Nació en Fuente de Cantos, un pequeño pueblo de Extremadura, en 1598. Su formación tuvo lugar en Sevilla, en el taller de Pedro Díaz Villanueva. Al terminar su aprendizaje, en 1617, Zurbarán se estableció en Llerena, donde residió más de diez años. Al año siguiente contrajo matrimonio con María Páez, su primera mujer con la que tuvo tres hijos, uno de ellos Juan de Zurbarán, excelente pintor de bodegones. Volvió a Sevilla tras recibir un encargo de los dominicos de San Pablo el Real, para llevar a cabo una serie sobre la vida de santo Domingo. La primera obra fechada de esta etapa es la Crucifixión del Art Institute de Chicago. A pesar de su juventud, estas obras muestran ya una prodigiosa capacidad para reproducir los materiales, gran intensidad expresiva en los rostros, delicadeza cromática y un rico colorido con gran variedad de blancos. También trabajó para los frailes de la Merced Calzada, para los que realizó un San Serapio, ahora en el Wadsworth Atheneum de Hartford, siendo por estas fechas uno de los pintores más importantes y famosos de toda Andalucía con un amplio taller. En 1634 se trasladó a Madrid para decorar el Salón de Reinos del Buen Retiro con una serie de diez lienzos con los Trabajos de Hércules y dos lienzos sobre el Socorro de Cádiz. Regresó al año siguiente a Sevilla. Este periodo coincide con su plena madurez artística, siendo también el más fructífero de su producción, llevando a cabo algunas de sus series más importantes, como la de la cartuja de Jerez de la Frontera y la del monasterio de Guadalupe. Durante sus últimos años realiza encargos de devoción privada en los que su estilo se vuelve más luminoso y suave. Zurbarán mantuvo una gran actividad con el envío de cuadros hacia las Indias: México, Lima y otras ciudades importantes. En 1658 regresó a Madrid, donde residió hasta su muerte el 27 de agosto de 1664.

Obras