Tras una estancia en la costa inglesa del Mar del Norte, Winslow Homer regresó a EE.UU. y se instaló en la igualmente fría y dura costa de Maine. La señal de peligro recoge el momento de un rescate en mar abierto. En primer plano, un grupo de marineros observa como dos de sus compañeros se preparan para subir a un bote y acudir al salvamento. Las figuras de los marineros adquieren un carácter monumental, y se miden con un mar violento a punto de engullir un barco naufragado.
El lienzo fue expuesto por primera vez en 1891, con tal éxito que Charles Klackner, un editor neoyorquino, comercializó su reproducción en fotograbado. En 1892 Homer intervino en la pintura realizando modificaciones que se sucedieron hasta 1896, cuando inscribió esta fecha en el lienzo. Los cambios, que consistieron en suprimir la barandilla del barco y convertir el anterior velero en apuros en una nave semi-sumergida, acentuaron el dramatismo del momento y dieron más protagonismo al mar.

CM

En diciembre de 1890Winslow Homer escribió a su hermano Charles: «He logrado una gran pintura titulada La señal de peligro, con una escena en mar abierto». El pintor se refería a la obra del Museo Thyssen- Bornemisza, que representa un momento de gran tensión durante un rescate en alta mar. Toda la composición está organizada para exagerar al máximo el dramatismo del momento. Tanto la línea de horizonte, colocada muy alta, como la perspectiva oblicua del barco y del bote salvavidas, o el fuerte oleaje, que parece que va a tragarse a la barca en cualquier instante, nos revelan el rostro amenazante que puede adoptar la naturaleza.

La pintura pertenece a una serie dedicada al tema de la lucha heroica del hombre contra el mar embravecido en la que Homer trabajó a comienzos de la última década del siglo XIX. Cuando este conjunto de obras se presentó en la galería Reichard & Co. de Nueva York en 1891, La señal de peligro era descrita por un crítico de The New York Times con las siguientes palabras: «Un oficial y cinco marineros en la cubierta del barco están apresurándose y abalanzándose hacia el interior de un bote todavía alzado en el pescante. El océano detrás golpea y salpica con un azul oscuro y verde turquesa [...] en la distancia hay un barco a toda vela. Las figuras se encaraman y expresan la determinación de ir en su rescate en el menor tiempo posible».

Es evidente que en la pintura que contemplamos en la actualidad no existe en la distancia ningún «barco a toda vela», como anotaba el mencionado crítico en 1891, debido a que Homer repintó el cuadro en 1892 y en 1896 para incrementar el componente trágico del suceso. Comparando la obra final con una reproducción que hizo su galerista neoyorquino después de la buena acogida que tuvo el cuadro en la exposición de 1891, se puede verificar que el pintor no sólo convirtió el barco con las velas desplegadas que aparecía en la lejanía en un pequeño bote a punto de naufragar, sobre cuya cubierta ondea la bandera de «señal de peligro», sino que eliminó una barandilla y las cuerdas de protección. Existe un estudio a lápiz que representa la bajada del bote salvavidas desde la cubierta del barco, que se convertirá más tarde en el tema central de la pintura.

Lo que es muy revelador es que esta transformación no sólo logró un mayor dramatismo, sino que modificó el sentido de la acción. Si, como apunta Nicolai Cikovsky Jr., «originalmente La señal de peligro había sido concebida como un rescate heroico», ahora «en su versión alterada, el destino del bote parece estar sentenciado más allá de cualquier posible influencia de la acción del hombre». Algún tiempo después de su última modificación, La señal de peligro fue adquirida por el coleccionista y artista George C. Briggs, un viejo amigo de Homer de la época de la guerra civil.

Paloma Alarcó
 

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