Bernhard Strigel fue un destacado pintor y dibujante alemán que trabajó al servicio del emperador Maximiliano I. En sus primeras obras se observa la influencia de los grabados de Schongauer y más tarde la de Dieric Bouts y Hans Holbein, asimismo se aprecia en su producción el conocimiento de la pintura de Alberto Durero. En esta tabla, Striegel representa El Anuncio a santa Ana, narrado en La Leyenda dorada y los evangelios apócrifos. En ellos se relata la aparición de un ángel a San Joaquín y Santa Ana anunciándoles, que serían padres de una niña a la que llamarían María. El momento elegido por Strigel es cuando el ángel transmite el mensaje a santa Ana. La madre de la Virgen aparece sentada en una austera habitación con el ángel arrodillado a su lado, de cuya boca brotan las palabras recitadas. Al fondo, en una ventana, se muestra la segunda escena en la que el ángel comunica el anuncio divino a san Joaquín. Las figuras están tratadas con gran realismo y sin idealización, así santa Ana se nos muestra compungida y llorando sin poder contener sus emociones. Cabe señalar el tratamiento de los pliegues de los ropajes de los personajes y los contrastes de colores, como el que se produce entre el rojo intenso de la vestimenta de santa Ana y el dorado del ángel.

La historia del anuncio a santa Ana se encuentra en La leyenda dorada y en los evangelios apócrifos. Estas fuentes cuentan cómo san Joaquín, tras ser rechazadas en el templo sus ofrendas por no tener descendencia, con gran vergüenza se retiró al campo con los pastores que guardaban sus rebaños. Mientras tanto, su esposa esperaba su regreso, orando y llorando amargamente su esterilidad. Un día, un ángel se apareció en el campo a san Joaquín anunciándole que su mujer, Ana, daría a luz una niña a la que pondrían el nombre de María y a la que tendrían que consagrar a Dios desde su infancia. Dicho esto le mandó que se dirigiera a la llamada Puerta Dorada de la ciudad, donde encontraría a su mujer; este mismo ángel, según La leyenda dorada, repitió el mensaje a santa Ana.

Strigel, en esta pequeña tabla, describe el episodio de una manera muy personal, pleno de realismo y recreando para el espectador el doble anuncio divino hecho a los padres de la Virgen. La simultaneidad se organiza con las dos escenas que se instalan en esta pequeña superficie. En primer plano, el anuncio a santa Ana, y en el exterior, que podemos contemplar a través de la ventana a la derecha, el anuncio a san Joaquín. En el primer término, del que nos separa el grueso de las baldosas del suelo, tenemos a santa Ana sentada, con un enérgico ángel a la derecha, arrodillado y en el suelo, en cuyo rostro no percibimos el más mínimo deseo de idealización. Este ángel embajador, que por la posición de su boca parece que chilla sus palabras, refuerza su mensaje con la filacteria que sale de su boca, donde se escribe el texto que recita a la futura madre de la Virgen. Santa Ana, que recibe al emisario en el interior de su casa, tiene los ojos enrojecidos e hinchados por el llanto, usando como pañuelo la tela de su toca que cae generosamente por uno de sus hombros. El ángel, ante la situación en la que se encuentra la santa, que por su pena parece que no percibe la presencia divina, se ve en la necesidad de tirar de la toca a esta triste figura para llamar su atención.

Por lo que respeta al anuncio a san Joaquín, Strigel, más que un anuncio, parece establecer un diálogo entre san Joaquín y el ángel por la posición que opta el santo mirando a lo alto, apoyado en un bastón y extendiendo hacia la divina presencia uno de sus brazos.

Lübbeke alabó de esta tablita —que está cortada por sus cuatro lados, especialmente por la zona inferior, donde se ha perdido parte de la inscripción en la que se constata el mensaje del ángel—, la intensidad y calidad de la composición donde se registra el mejor estilo del pintor. Sobre este punto Lübbeke subrayó el planteamiento que Strigel hizo del tema, destacando el detallado estudio, así como las relaciones que van estableciendo conexiones entre cada parte de la historia. Especialmente destacables son los colores empleados por el artista, el vibrante rojo del traje de santa Ana, que contrasta con el dorado de la túnica del ángel, resplandeciendo ambos tonos sobre el frío entorno gris, un interior de piedra donde el único mueble es un armario con el cuerpo superior abierto. Esta misma línea es la que el artista explora a través del cromatismo de la escena secundaria.

La pintura pudo formar parte de un conjunto más complejo al que los especialistas han asociado algunas tablas. Sin embargo, Lübbeke no excluye la posibilidad de que Strigel concibiera esta delicada pintura como una obra aislada, fechándola hacia 1505-1510.

El Anuncio a santa Ana fue correctamente atribuida a Bernhard Strigel por Mayer cuando estaba, en 1912, en la colección Traumann en Madrid. La siguiente colección donde estuvo registrada fue la de Robert von Hirsch, en Basilea, participando mientras estuvo en ella en su primera exposición, en 1925, en el Städelsches Kunstinstitut de Frankfurt. Fue subastada en Sotheby Parke-Bernet, en Londres, en 1978, fecha en la que fue adquirida para la colección Thyssen-Bornemisza.

Mar Borobia

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