El Maestro de Frankfurt fue un pintor activo en Amberes a finales del siglo XV y comienzos del XVI, y debe su nombre a dos importantes encargos que recibió: La Sagrada Parentela y La Crucifixión. El primero pertenece al Historisches Museum y el segundo al Städelsches Kunstinstitut, ambos en la ciudad de Frankfurt. Max Friedländer fue quien adscribió la obra a la escuela neerlandesa, basándose en la influencia de los pintores flamencos que se observa en ella, como Rogier van der Weyden y Robert Campin. En esta tabla el artista presenta a la Virgen con el Niño sentado en su regazo ocupando el primer término de la composición. Tras ellos, en el lado izquierdo aparece san José, que ofrece a Jesús una manzana, en alusión al pecado original y a su papel como Redentor. La Virgen y el Niño sostienen en sus manos sendos claveles y, además este último, porta una cesta con rosas, que hace referencia a su Pasión. Este maestro anónimo sitúa la escena en un espacio abierto, con una sucesión de planos relativamente conseguida. Colin Eisler consideró el grabado La Virgen y el Niño en un banco de hierba de Martin Schongauer como fuente de inspiración para este panel.

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El Maestro de Frankfurt toma su nombre de la ciudad donde se conservan dos de sus obras más importantes. Se trata de dos altares, uno con la Sagrada Parentela, fechado hacia 1505, para la iglesia de los dominicos, actualmente en el Historisches Museum, y el otro, un tríptico con La Crucifixión, encargado por Claus Humbracht, miembro de unas de las familias influyentes de la ciudad, conservado en el Städelsches Kunstinstitut de Frankfurt. Esta anónima personalidad se ha intentado identificar con el pintor Hendrik van Wueluwe, que procedía de la zona de Woluwe y que está documentado en Amberes desde 1483 a 1533, fecha de su fallecimiento; Hendrik van Wueluwe llegó a ocupar en varias ocasiones el cargo de decano del gremio de pintores de la ciudad. Al Maestro de Frankfurt, que tuvo un taller muy activo, se le atribuyen dos obras emblemáticas conservadas en el Musée Royal des Beaux-Arts de Amberes: La fiesta de la milicia, de hacia 1493, y el Retrato del artista y su esposa, de 1496. En esta última pintura se incorpora, además del año de ejecución, la edad de las figuras, detalle por el que se puede fijar la fecha de nacimiento del artista hacia 1460; este doble retrato es uno de los primeros producidos en los Países Bajos. El Maestro de Frankfurt incorporó a su estilo modelos tradicionales desarrollados por generaciones anteriores de pintores flamencos, como Rogier van der Weyden o Hugo van der Goes, aunque también, en menor medida, se han señalado pormenores del Bajo Rin.

La Sagrada Familia procede de la colección Piérard de Valenciennes, donde estuvo catalogada como escuela de Van Eyck. En 1928 está documentada en la colección Hoogendijk, y en ese mismo año en la colección Rohoncz, en cuyos catálogos figura desde 1930.

La tabla fue reseñada por primera vez por Friedländer, en cuyo estudio figura ya como obra del Maestro de Frankfurt, atribución que se ha mantenido hasta el momento. En esta composición, el pintor reproduce un episodio amable de la infancia de Cristo en el que incorpora determinados elementos de carácter simbólico. María, con el Niño en sus rodillas, centra, por su posición y por su volumen, la composición, mientras un alejado san José, que se inserta mal en el espacio, ofrece a Cristo una manzana en clara alusión al pecado original y a su papel de Redentor. La imagen que el pintor da, pese al mensaje que transmite, está en consonancia con los nuevos tiempos. La secularización que experimenta el episodio se detecta en el entorno elegido, así como en las actitudes y en los objetos que sostienen las figuras. En este caso, María muestra en su mano unos claveles, al igual que el Niño, que, además, juguetea con un recipiente lleno de rosas; flores que, por su color, aluden a su Pasión. El artista no termina de dominar la sucesión de planos responsables del ilusionismo espacial e introduce al espectador en el tema a través de un tupido tapiz de vegetación que cubre los primeros términos y que subraya la posición frontal de los personajes. Sin embargo, pese a estas incorrecciones, el Maestro de Frankfurt consigue una pintura refinada y elegante. Entre los antecedentes que se han citado para su composición, Colin Eisler mencionó como posible fuente de inspiración el grabado de Martin Schongauer La Virgen y el Niño en un banco de hierba. Este mismo autor consideró la pintura autógrafa por los cambios de composición que se registran en su dibujo subyacente, y rechazó la tesis propuesta por Goddard, que vio en ella una alta participación del taller.

Mar Borobia

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