Cristo y la Magdalena es la única obra conocida de Rodin que desarrolla una temática abiertamente religiosa. Ahora bien, varios elementos sugieren que en realidad se trata de una representación del tema del genio ignorado, muy del gusto romántico. En primer lugar, el que el esbozo original en yeso date de mediados de los años noventa, coincidiendo con el rechazo de su monumento a Balzac. En segundo lugar, el hecho de que en alguna ocasión recibiese los títulos de El Genio y la Piedad, y de Prometeo y una Oceánida.

En cualquier caso, para su realización Rodin recurrió al ensamblaje de dos esculturas previas. La figura de Cristo crucificado está inspirada en diversas representaciones medievales, alguna de ellas propiedad del mismo Rodin. La Magdalena, por otra parte, retoma el prototipo de la Meditación, originalmente ideada por Rodin para la Puerta del Infierno. Ambas figuras entrelazan sus cuerpos a la vez que se destacan sobre el bloque de mármol sin pulir, a la manera miguelangelesca.

JAL

Aunque en los inventarios que Rodin nos ha dejado pueden contabilizarse alrededor de una decena de Cristos (entre ellos el gran Cristo italiano que estaba colgado en su habitación en Meudon), y aunque admirase especialmente el Cristo ascético de la catedral de Perpignan tanto como el Santísimo de Burgos, Cristo y la Magdalena es el único testimonio que nos queda de una inspiración religiosa en la obra del escultor. Según Judith Cladel, no era el primer Cristo que realizó, pero es sin duda el único que nos ha llegado.

La ejecución del mármol de August Thyssen comenzó sin duda mucho antes de que este último hiciese el encargo. Maillard, en su obra dedicada a Rodin y publicada en 1898, fecha el yeso en 1894 y es plausible, en efecto, que esta obra -en su origen- pertenezca a mediados de la década de 1890. Así parece deducirse, por ejemplo, de la carta de una admiradora de Rodin fechada en aquellos años por la referencia que hace a la estatua de Balzac (encargada en 1891 y expuesta en el Salon de 1898): «¿Va muy avanzado el Balzac? -pregunta Berthe Dumon a Rodin-. ¿Ha terminado usted el Cristo en la picota y ha expresado todo lo que quería expresar en esa obra?». En cuanto al mármol, la primera fecha disponible es la publicación en 1905 de la fotografía del grupo, aún en ejecución, de la Colección Thyssen, que por aquel entonces estaba ya muy avanzado.

Con esta obra Rodin se nos muestra como el sucesor de los artistas de la generación romántica. «Yo había profesado [al grupo] -escribe Berthe Dumon- una simpatía igual a la del Destino; era la historia elocuente del hombre de genio tanto más escarnecido cuanto que sus ideas coinciden con lo verdadero y lo justo; la picota de hoy en día se convertirá en el altar triunfante del mañana; mientras tanto, en vida, a menudo sólo será comprendido por una mujer compasiva». Esta asociación entre Cristo y el hombre de genio ignorado por sus contemporáneos, que fue uno de los temas predilectos de los románticos, queda confirmada por títulos tales como El Genio y la Piedad o Prometeo y una Oceánida que, según Grappe, recibió alguna vez la obra. Parece ser que Rodin se sintió fascinado por el mito de Prometeo, personaje con el cual, en el siglo XIX, se identificaban a menudo los artistas (como ocurría con Cristo en el período simbolista). A comienzos de los años 1890 Rodin experimenta, en efecto, numerosas dificultades de orden profesional y personal: la terminación de su historia sentimental con Camille Claudel coincide con los problemas que presenta la instalación definitiva de Los Burgueses de Calais y con los cambios que se ve obligado a introducir en los Monumentos a Victor Hugo y a Claude Lorrain, a la sazón severamente criticados. De todas formas el golpe más duro fue, después del escándalo causado por la presentación del Balzac en el Salon de 1898, el rechazo de la estatua por la Société des Gens de Lettres, que la había encargado. Para ayudarle a superar esta prueba, el entorno del artista le animó a que volviera sobre trabajos anteriores, entre ellos a La Puerta del Infierno. ¿No es lícito imaginar que fue entonces precisamente cuando decidió traducir al mármol el Cristo y la Magdalena, cuyo esbozo databa de algunos años antes? «EI artista -confió a Gsell- a veces tiene su corazón sumido en la tortura [...]. En todo lo que ve, Rodin capta perfectamente las intenciones del destino. Sobre sus propias angustias, sobre sus peores heridas, fija la mirada entusiasta del hombre que ha adivinado cuáles son los dictámenes de la fortuna».

Es quizá esta relación concreta de esa escultura con su creador lo que explica que el Cristo y la Magdalena no se expusiera jamás en vida del artista en un momento en el que las numerosas fotografías que existen de la obra (de Druet, Bulloz, Vizzavona, Choumoff) y los comentarios admirativos que suscitó en la pluma de quienes tuvieron el privilegio de verla, permiten conjeturar la acogida favorable que hubiera podido recibir en este fin de siglo marcado por el Simbolismo. El esbozo en yeso no fue presentado en la exposición de 1900; los dos mármoles entraron muy pronto en colecciones privadas y no volvieron a salir de ellas; azar o voluntad del artista, pocas obras de esta importancia permanecieron en una oscuridad tal. Sin embargo, por aquel entonces ya se habían realizado moldes a partir de las piezas de la colección Thyssen y precisamente sobre ellos volvió a recaer la misión de dar a conocer el grupo después de la muerte de Rodin.

Antoinette le Normand-Romain
 

Siglo XXObjetoMármol
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