De Vittore Carpaccio tenemos poca información relativa a su formación como pintor y primeras obras, dándose por seguro un aprendizaje en Venecia, que tradicionalmente se ha situado en el entorno de los Bellini, aunque estudios recientes han propuesto como maestro a Lazzaro Bastiani. Organizó un prestigioso taller en el que trabajaron sus hijos Pietro y Benedetto, que también se dedicaron a la pintura. En su obra se detectan influjos de Antonello da Messina, Giovanni Bellini y de la pintura ferraresa. Su fama está cimentada sobre los grandes ciclos que realizó para las scuole y cofradías venecianas. El primero de ellos, fechado entre 1490 y 1494, y actualmente expuesto en la Galleria dell’Accademia de Venecia, fue para la Scuola de Sant’Orsola, con escenas de la vida de la santa. El conjunto consta de ocho lienzos de grandes dimensiones, y en él se detectan rasgos que definirán su pintura posterior, como son el gusto por los pormenores y el afán anecdótico, que se integra en la narración de modo natural. Una tela de esta serie, La llegada de santa Úrsula a Colonia, es su primera obra firmada y fechada en 1490. El siguiente encargo importante, dentro de sus ciclos decorativos, fue el de la Scuola Grande di San Giovanni Evangelista, para donde pintó El milagro de la reliquia de la Santa Cruz, hoy en la Galleria dell’Accademia. Entre 1502 y 1508 trabajó en San Giorgio degli Schiavoni ilustrando Las vidas de san Jorge y san Jerónimo, serie conservada in situ. Entre sus últimos ciclos se encuentra, entre 1511 y 1520, el de San Esteban, cuyos lienzos están repartidos entre varios museos y colecciones. Carpaccio fue pionero en el uso de la tela como soporte para la pintura y la empleó tanto en sus ciclos narrativos como en los retablos. Su pintura, con el cambio de siglo, perdió vigor por las renovaciones estéticas propugnadas precisamente en Venecia por Giorgione y Tiziano. Entre sus pinturas de caballete destacamos La Virgen y el Niño con san Juan Bautista, en el Städelsches Kunstinstitut de Frankfurt, La Presentación de Jesús en el templo, en la Galleria dell’Academia, Santo Tomás de Aquino entronizado de la Staatsgalerie de Stuttgart y las célebres Dos damas venecianas, del Museo Correr de Venecia. Asimismo gozó de un gran prestigio como retratista, que traspasó las fronteras venecianas, lo que le llevó a recibir encargos de las más importantes familias de Italia.

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