Winslow Homer fue el artista norteamericano más importante de la segunda mitad del siglo XIX, que destacó tanto en la pintura al óleo como en la técnica de la acuarela.

Estudió en Cambridge, Massachusetts, y comenzó a trabajar como ilustrador en Boston y más tarde en Nueva York, adonde trasladó su residencia en 1859. Su formación de pintor se limitó a unas cuantas clases de pintura del natural en la National Academy of Design. A partir de 1859 colaboró con la revista Harper’s Weekly, para la que trabajó como corresponsal durante la guerra civil. En 1866 viajó a París con motivo de la Exposition Universelle y se sintió fascinado por la pintura francesa del momento.

Durante la década de 1860 pintó una serie de obras con temas propios de la cultura popular americana. Posteriormente, Homer desarrolló una pintura más trascendente, de reflexión sobre la naturaleza y su relación con el hombre. En 1870 hizo su primer viaje a los montes Adirondacks, en el estado de Nueva York, adonde volvería en repetidas ocasiones para pintar. En 1881 viajó a Inglaterra; se instaló en Cullercoats, un pueblo en la costa del Mar del Norte, donde permaneció hasta noviembre de 1882. Su obra comenzó a recoger escenas de pescadores del lugar con una monumentalidad casi heroica. En el verano de 1883 Homer se trasladó a Prouts Neck, Maine, una península de la costa atlántica, en donde residió hasta su muerte. El contacto con el mar, tan importante en su obra, se tradujo en esos años en verdaderas obras maestras en las que se representaba la costa. Homer viajó en repetidas ocasiones durante los inviernos a los trópicos, a las Bahamas, a Florida, a las Bermudas, lugares en los que pintó delicadas acuarelas que transmiten el ambiente cálido y tranquilo de esos parajes.

Obras