Willi Baumeister fue uno de los principales defensores de la abstracción en Alemania desde la década de 1920 hasta el momento de su muerte, en 1955.Mantuvo contacto con los diferentes movimientos artísticos que surgieron en la Europa de entreguerras, pero evitó afiliarse a ningún grupo en concreto.

Baumeister se formó como pintor decorador y en 1909 ingresó en la Kunstakademie de Stuttgart, donde estudió con Adolf Hölzel y estableció amistad con Otto Meyer-Amden y Oskar Schlemmer, con quien en 1914 realizó un mural para la exposición de la Werkbund en Colonia. En 1911 viajó por primera vez a París, y un año más tarde expuso por primera vez en la Galerie Neupert de Zurich. Su incipiente carrera se vio truncada con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, durante la que luchó en los Balcanes y en el Cáucaso.

A su regreso a Stuttgart en 1919 formó parte del grupo Üecht. Comenzó sus Pinturas-muro, próximas a la obra de Fernand Léger, con quien expuso en la galería Der Sturm de Berlín en 1922, y a los postulados de la revista L’Esprit Nouveau, dirigida por Le Corbusier y Ozenfant. Poco a poco, Baumeister empezó a ser conocido en el mundo artístico alemán y hacia finales de la década de 1920 gozaba de una cierta reputación en Francia, donde en 1927 organizó su primera exposición individual.

Alrededor de 1930 las formas orgánicas comenzaron a invadir el lugar ocupado anteriormente por las formas geométricas. A las Pinturas de deportistas, siguieron los Ideogramas de finales de la década, en un proceso que le llevó a acercarse cada vez más al arte primitivo y prehistórico. Con el acceso al poder de los nazis en 1933, fue despedido de su puesto de profesor en la Städelsche Kunstschule de Frankfurt, donde enseñaba desde 1928. Sus obras se incluyeron en la muestra Entartete Kunst (Arte degenerado) de 1937 y en 1941 se prohibió exponer su obra. Ante las nuevas circunstancias, Baumeister, que decidió permanecer en Alemania, continuó pintando de manera clandestina y, junto a Schlemmer, trabajó en la fábrica de pinturas de Kurt Herberts en Wuppertal, donde se dedicó al estudio de las técnicas pictóricas prehistóricas. Como fruto de esta investigación se publicó su tratado Das Unbekannte in der Kunst, 1947 (Lo desconocido en el arte).

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se le restituyó como uno de los grandes maestros vivos de la pintura alemana moderna y, en 1946, fue nombrado catedrático de la Kunstakademie de Stuttgart.

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