Joaquín Torres-García, pintor, muralista, ilustrador, escultor, teórico y profesor, nació el 28 de julio de 1874 en Uruguay, donde transcurrió su infancia y adolescencia, antes de trasladarse a España con su familia en 1891. Los Torres-García pasaron una breve temporada en Mataró antes de irse a vivir a Barcelona, donde Joaquín se matriculó en la Academia de Bellas Artes y en la Academia Baixas. En principio se formó a la manera tradicional, estudiando el arte neoclásico; tal vez fuera esto lo que le indujo a renunciar a una formación académica y a buscar una experiencia más autodidacta. A partir de 1893 emprendió por su cuenta una búsqueda artística personal que, por lo general, cobraba nuevos bríos con las conversaciones que sostenía con Pijoan, Zulueta y Marquina en el Cercle de Sant Lluc y, a partir de 1897, con los asiduos del café bohemio Els Quatre Gats. Torres-García, muy influenciado por la obra gráfica de Toulouse-Lautrec, que había tenido ocasión de contemplar en la exposición que de la misma se celebró en 1896 en la Sala Parés de Barcelona, empezó a colaborar como ilustrador en una serie de libros y publicaciones periódicas, entre los que cabe citar las revistas Revista Popular y Barcelona Cómica y la obra de Jacinto Benavente La vida literaria. En 1897 el artista expuso unos cuantos dibujos en la galería Vanguardia y en 1901 presentó una serie de paisajes románticos, que había ejecutado para la revista de Utrillo Pèl i Ploma, en el Salon de París. A principios de siglo Torres-García era ya un pintor y muralista de reconocido talento, como subraya Eugeni d'Ors en un artículo publicado en 1905 en El Poble Catalá.

El floreciente ambiente artístico que se vivía en Barcelona y su original modernismo indujeron a Torres-García a colaborar con Antonio Gaudí en la ejecución de una serie de vidrieras para la catedral de Palma de Mallorca y la Sagrada Familia (1903-1904). En 1910, mientras trabajaba en dos importantes paneles murales para la Exposition Universelle de Bruselas, Joaquín Torres-García tuvo ocasión de conocer y admirar el clasicismo monumental de Pierre Puvis de Chavannes. Al año siguiente, con ocasión de la VI Exposició d'Art de Barcelona, la crítica lo definió como uno de los representantes más significativos del Noucentisme. En 1912 le encargaron los frescos para la decoración del Saló Sant Jordi del Palau de la Generalitat, que suscitaron exacerbados comentarios entre la crítica. Torres-García se retiró a Terrassa, donde creó la Escola de Decoració, se dedicó a la enseñanza y publicó Notas sobre arte en 1913 y Diálegs en 1915. Partiendo de un planteamiento artístico más personal, ejecuta cuadros que, por su composición marcadamente geométrica, anticipan su estilo constructivista de madurez. Entre tanto, cada vez son más numerosas las exposiciones que celebra, tanto en España como en el extranjero. En 1920 el artista y su familia se trasladan a Nueva York, donde Joaquín se dedica durante una temporada a diseñar juguetes. De nuevo en Europa, en 1928 Torres-García conoce a Piet Mondrian en París y funda el grupo Cercle et Carré, del que sin embargo se aleja pocos años después. En 1934 el artista decide regresar a Uruguay, donde vivirá el resto de su vida, dedicado a la tarea de introducir las vanguardias europeas y desarrollar su constructivismo universal a través de la fundación de la Asociación de Arte Constructivo y el Taller Torres-García. En esa época ejecuta el Monumento cósmico (1938, Montevideo) y publica Universalismo Constructivo (1944), su obra teórica de más envergadura. Joaquín Torres-García murió en Montevideo el 8 de agosto de 1949.

Dominique Lora

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