Hijo de inmigrantes alemanes, Albert Bierstadt llegó a New Bedford, en Massachusetts, con sólo dos años de edad. Comenzó a pintar de manera autodidacta y en 1853 decidió volver a Europa para dar comienzo a su formación en la Kunstakademie de Düsseldorf. Allí tomó contacto con otros pintores norteamericanos como Emanuel Leutze y Worthington Whittredge. Con Whittredge viajó por tierras alemanas, suizas e italianas y tomó gran cantidad de apuntes para los cuadros que, a su vuelta a los Estados Unidos en 1857, expuso en la National Academy of Design, institución de la que poco tiempo después fue elegido miembro honorario.

En 1859 participó en la expedición del coronel Frederick W. Lander, que pretendía abrir una nueva ruta hacia el océano Pacífico. Tomó apuntes de las Montañas Rocosas y realizó fotografías estereoscópicas de los nativos. Aunque no fue el primer pintor en representar estas montañas, sus nuevas pinturas le llevarían a la fama, primero en New Bedford, y poco más tarde en Nueva York. Su aprendizaje europeo y su experiencia en la pintura del paisaje montañoso alpino influyeron en su manera de percibir las montañas americanas que se llegaron a conocer como los «Alpes americanos».

El segundo viaje de Bierstadt hacia el oeste comenzaría en 1863 acompañado por Fitz Hugh Ludlow, un famoso escritor que después publicaría la historia de esta aventura en El corazón del continente. En esta segunda ocasión visitó la costa del Pacífico, el valle de Yosemite y parte del estado de Oregón. Los apuntes del natural tomados en este viaje serían básicos a la hora de concebir sus pinturas más ambiciosas.

Junto con su esposa viajó de nuevo a Europa en 1867, y expuso algunas de sus pinturas más famosas en Londres. A su vuelta, ambos fueron a San Francisco en el recién estrenado ferrocarril y visitaron de nuevo el valle de Yosemite que tanto le había impresionado en su anterior viaje. A lo largo de su vida Bierstadt viajó también al parque de Yellowstone, Alaska, las Montañas Rocosas canadienses e incluso a los trópicos.

La enorme fama de que disfrutó durante gran parte de su vida disminuyó paulatinamente ante la nueva corriente pictórica impresionista que comenzaba a difundirse en Norteamérica. Murió en 1902 en el más absoluto olvido.

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