Umberto Boccioni representó un papel fundamental en la difusión del movimiento futurista italiano en el campo de las artes plásticas, tanto a través de sus obras como de sus escritos teóricos. Creció en diferentes ciudades italianas y plasmó su afición por la literatura en una novela que no fue publicada. En 1900 se instaló en Roma, donde conoció a Gino Severini, con el que comenzó a visitar el estudio de Giacomo Balla. De la mano de Balla, aprendieron la técnica divisionista y el uso de colores complementarios. En 1906 realizó un viaje a París que continuó con una visita a Rusia.

A finales de 1909 conoció al poeta Filippo Tommaso Marinetti que acababa de proclamar el nacimiento del futurismo literario. Pocos meses después, en 1910, Boccioni publicó el Manifesto dei pittori futuristi y con posterioridad La pittura futurista –Manifesto técnico, que firmó conjuntamente con Carlo Carrà, Luigi Russolo, Gino Severini y Giacomo Balla. En él se criticaba el arte antiguo y se consignaban las premisas para un nuevo arte que debía responder al dinamismo característico de la edad contemporánea. Su primera exposición como grupo se celebró en Milán en 1911.

Desde 1912 experimentó con la escultura y publicó un manifiesto titulado La scultura futurista, en el que defendía el dinamismo y la simultaneidad de las formas. En las esculturas de Boccioni, así como en el resto de sus obras, es evidente su conocimiento de las teorías cubistas.

En torno a 1913 Boccioni fue implicándose cada vez más en cuestiones políticas, de manera que su interés por la creación artística disminuyó en favor de la idea de unir nacionalismo y tecnología. En 1914 participó en las manifestaciones que promovían la participación de Italia en la Primera Guerra Mundial y fue encarcelado junto a Marinetti por quemar una bandera austriaca. Sin embargo, poco después del comienzo de la guerra, cambió de opinión respecto a las supuestas ventajas de la contienda, lo que le enfrentó a gran parte de sus amigos. Murió en el frente al caerse de un caballo.

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