Sándor Bortnyik representó un importante papel en el desarrollo de la vanguardia húngara. Desde 1913 estudió en Budapest y se sintió atraído por el estilo pictórico de los fauves hasta que, en 1915, conoció a Lajos Kassák, editor de MA, que le introdujo en el grupo de colaboradores de la revista.

En 1919, tras el derrocamiento del breve régimen comunista de Béla Kun y la invasión de las tropas rumanas, Bortnyik y otros artistas ligados a MA se vieron obligados a abandonar Budapest. Se instaló en Viena, y posteriormente vivió en Weimar entre 1922 y 1924. Sus estrechos contactos con la Bauhaus y con los movimientos constructivistas del momento dieron lugar a unas obras no figurativas con una fuerte preponderancia de lo arquitectónico. A pesar de ello, Bortnyik se negó a ser identificado con la Bauhaus. Durante esta época, también trabajó en Kassa (hoy Kosice, Eslovaquia) y en Berlín, donde en 1922 la galería Der Sturm celebró una exposición de su obra. A partir de 1924 comenzó a interesarse por la representación de escenas de talante satírico en las que, conservando el carácter geométrico anterior, aparecían figuras enmarcadas en extrañas arquitecturas.

En 1925 regresó a Hungría. Allí volvió a dedicarse al diseño de carteles, actividad que había practicado durante sus primeros años, y montó un taller al que asistió, entre otros, Victor Vasarely y que cerró en 1938 por problemas económicos. A mediados de la década de los años treinta, Bortnyik volvió a retomar la pintura influido por un grupo de artistas socialistas formado en Budapest en 1934. Durante los años siguientes fue promotor de la publicación de diversos libros y revistas y profesor y director de la Academia de Bellas Artes de Budapest. Al final de su vida, la Galería Nacional de Budapest organizó una exposición retrospectiva en la que se reconocía la trayectoria de Bortnyik como artista.

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