Doménikos Theotokópoulos, conocido como El Greco, es uno de los artistas más originales e interesantes del siglo XVI. Nació en 1541, en Candía, en la isla de Creta, que en aquel momento se encontraba bajo el dominio de la República de Venecia. Conocemos pocos datos sobre su aprendizaje. Hasta 1567 trabajó en su ciudad natal como pintor posbizantino; recientes investigaciones apuntan a que en su formación existió una doble orientación hacia patrones occidentales y orientales. A comienzos de 1567 se estableció en Venecia con la meta de convertirse en un pintor occidental. Estudió la obra de Veronés, Tintoretto y Tiziano, entre otros artistas. En 1570 se trasladó a Roma, alojándose en el Palazzo Farnese. Allí tuvo ocasión de conocer la colección del cardenal Alejandro Farnesio y de formar parte de un selecto círculo de eruditos y estudiosos entre los que se encontraba Giulio Clovio. En 1577 está documentado en España, concretamente en Toledo, alentado por el deseo de trabajar en la decoración de El Escorial. En la ciudad castellana El Greco desarrolló su producción más personal. Sus primeros encargos, como el retablo para Santo Domingo el Antiguo (1577-1579), presentan un estilo plagado de recuerdos italianos que se irá transformando en obras como El Expolio para la catedral (1579), El martirio de san Mauricio (1580-1582) o El entierro del conde de Orgaz para la capilla de la iglesia de Santo Tomé (1586-1588). Hacia finales de siglo su estilo adquiere su vertiente más personal, como se aprecia en el conjunto, hoy disperso, del Retablo del Colegio de doña María de Aragón. Sus figuras alargan el canon, el espacio se transfigura, la luz concede a sus composiciones una apariencia espectral, a la vez que se produce un robustecimiento de elementos doctrinales. Falleció en Toledo, en 1614, dejando su taller bajo la dirección de su hijo y ayudante Jorge Manuel Theotokópoulos.

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