Frantisˇek Kupka, uno de los pioneros de la abstracción, nació en una pequeña localidad de la Bohemia oriental y se formó artísticamente en Praga y Viena. Se instaló en París en 1896, donde durante un tiempo se ganó la vida como ilustrador. En la capital francesa encontró un ambiente más adecuado para el desarrollo de su pintura y recibió las influencias del neoimpresionismo, el simbolismo y el modernismo. Al aparecer el cubismo en la escena artística, Kupka se mantuvo alejado, aunque comenzó a relacionarse con algunos artistas de ese movimiento artístico —en especial con los hermanos Jacques Villon y Raymond Duchamp-Villon— residentes en su misma ciudad, Puteaux. Participó activamente en sus discusiones sobre la simultaneidad en el arte, la representación del movimiento y la ideología bergsoniana del tiempo, tan de moda entonces, pero nunca colaboró en las actividades del grupo.

De talante independiente, Kupka fue dando forma a su personal visión no objetiva del arte y en la prematura fecha de 1912, sorprendió en el Salon d’Automne parisiense con su serie denominada Amorpha, las primeras obras totalmente abstractas expuestas en público. Su abstracción, llena de significados e intenciones filosóficas, se acerca a la música y a las teorías del surgimiento de la energía. En 1923 publicó La Création dans les arts plastiques, ensayo en el que plasmó su convencimiento de que el arte era un mecanismo de creación al margen de la naturaleza y que, al igual que la música, podía expresarse a través de valores formales.

Participó activamente en la Primera Guerra Mundial y se refugió junto a su mujer en Beaugency, a las orillas del Loira, durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Si bien su obra se expuso en alguna ocasión, Kupka sufrió durante casi toda su vida grandes dificultades económicas. Murió siendo una persona aislada y marginada en su casa de Puteaux, en 1957. Un año más tarde el Musée National d’Art Moderne de París organizó una exposición retrospectiva de su obra.

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