Max Liebermann se matriculó en la facultad de Filosofía de la Universidad de Berlín en 1866, estudios que compaginó con clases de dibujo en el taller de Karl Steffeck. En 1869 ingresó en la Kunsthochschule de Weimar, teniendo por maestros a Ferdinand Wilhelm Pauwels, Charles Verlat y Paul Thumann. De 1871 data un viaje a Düsseldorf, junto a Theodor Hagen. En él visitó al pintor Mihály Munkácsy, quien influyó en sus primeras obras naturalistas que le valieron el apelativo de «apóstol de la fealdad». Un año más tarde, en 1872, tras acabar sus estudios en la Kunsthochschule de Weimar, viajó a París donde se interesó por la obra de Gustave Courbet y Jean-François Millet. Liebermann residió en la capital francesa entre 1874 y 1878. Asimismo, aprovechó los veranos para viajar a Holanda, donde copió la obra de Frans Hals. Trasladado a Múnich en 1878, su pintura no tuvo la acogida esperada, e incluso se le acusó de «blasfemo» por pintar su Cristo en el templo (1879) en un lenguaje crudamente naturalista. Sus obras de esa época revelan la influencia de Wilhelm Leibl, uno de los pocos pintores a los que frecuentó en la capital bávara. De regreso a su ciudad natal, en 1884, Liebermann realizó algunos de sus cuadros más famosos, como Depósito de lino en Laren (1887), pintura emblemática del Naturalismo alemán.

La obra de Liebermann de fines de los años ochenta -llevada a cabo a raíz de sendas visitas a Holanda en 1886 y 1887, en las que estrechó su amistad con Jozef Israëls- muestra una mayor preocupación por la naturaleza y su capacidad para evocar sentimientos y estados de ánimo. El verdadero cambio en su pintura no sobrevendría, sin embargo, hasta 1895, momento en el que adoptó el modo de pintar impresionista. A partir de entonces su paleta se tornó más brillante y luminosa, y abandonó los asuntos del mundo rural en pro de escenas de esparcimiento burgués en playas, balnearios, espectáculos, etc. Su atracción por la pintura impresionista francesa le movió, además, a atesorar una amplia colección de obras de Manet, Degas, Monet y Cézanne. La fama de Liebermann no se hizo esperar. Pronto se convirtió en uno de los retratistas más cotizados de la vida intelectual berlinesa. En 1898 fue nombrado presidente de la Berliner Secession, cargo que desempeñó hasta 1911, cuando la crisis generada por su oposición hacia el Expresionismo alemán le impulsó a dimitir. En 1903, asimismo, fue nombrado presidente del Deutscher Künstlerbund y en 1920 presidente de la Akademie der Künste.

Retirado los últimos años de su vida a orillas del lago Wannsee, Liebermann realizó abundantes autorretratos, retratos de su nieta y vistas del jardín de su casa, en cuadros de pincelada vibrante y luminoso colorido. Tras sufrir el acoso nazi, Liebermann murió en su Berlín natal el 8 de febrero de 1935.

Juan Á. López-Manzanares

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