El pintor francés Gustave Moreau, formado en el Romanticismo y con un profundo conocimiento de los pintores italianos del Renacimiento, desarrolló un estilo personal con el que se anticipó al simbolismo francés de finales del siglo XIX. Estudió con François-Édouard Picot en la École des Beaux-Arts y expuso por primera vez en el Salon de 1851. Sus primeras obras, ligadas al romanticismo de Eugène Delacroix y Théodore Chassériau, tuvieron buenas críticas, si bien Moreau no se sentía plenamente satisfecho con ellas.

En 1857 viajó a Italia. Los dos años siguientes visitó Roma, Florencia y Venecia y tuvo la oportunidad de observar y copiar las obras de los grandes pintores italianos del Renacimiento, que influyeron de manera determinante en su obra. Tras su regreso a París, trabajó intensamente en Edipo y la esfinge (Nueva York, The Metropolitan Museum of Art), con la que obtuvo una medalla en el Salon de 1864.

La adquisición de esta obra por parte del príncipe Napoléon-Jérôme Bonaparte contribuyó decisivamente al reconocimiento público de su trabajo. Desde entonces predominaron en su producción los temas mitológicos y las escenas religiosas, siempre interpretados de un modo personal. Sin embargo, su buena crítica cambió a finales de la década de 1860, lo que provocó que Moreau reelaborase su estilo hacia un barroco relacionado especialmente con Rembrandt. Cuando en el Salon de 1876 presentó Salomé bailando ante Herodes (Los Ángeles, Armand Hammer Collection), su éxito fue absoluto.

Oficial de la Legión de Honor desde 1883, enseñó en la Académie des Beaux-Arts del Institut de France a partir de 1888. Su liberal método de enseñanza influyó determinantemente sobre sus alumnos, entre los que se encontraban Henri Matisse y otros futuros pintores fauves. Al final de su vida, en 1895, comenzó a remodelar su casa de Montmartre para convertirla en un museo, que desde entonces está dedicado a su obra.

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