La pintura de paisaje fue uno de los géneros más apreciados en Holanda. Jacob van Ruisdael, que perteneció a una ilustre familia de artistas, fue sin ninguna duda su mejor representante. Esta obra, a pesar de la gran madurez compositiva que desprende, se inscribe en su etapa de juventud y refleja la influencia de Jan van Goyen, Hercules Pietersz Segers y Hendrick Goltzius. La perspectiva está perfectamente lograda, a lo que contribuye la línea del horizonte más baja de lo habitual que dota al cielo de mayor protagonismo. La utilización de la luz y el juego de claroscuro reflejan la huella de Rembrandt.

 

Jacob van Ruisdael se considera el mejor paisajista holandés del Siglo de Oro. Pintor prolífico, trató a lo largo de su carrera todos los apartados del paisajismo: vistas panorámicas, dunas, marinas, bosques, montañas, torrentes y cascadas fueron motivos repetidos y frecuentes en sus óleos. En sus pinturas se conjugan, acertadamente, una visión monumental del paisaje y la representación cuidadosa del detalle naturalista. Sus vistas, que en numerosas ocasiones no se ajustan a una zona topográfica exacta, están manipuladas intencionadamente para dotarlas de un efecto elocuente sin desdibujar la verosimilitud de los distintos componentes que la integran. Su pincelada, exacta y delicada, se aplica sobre el lienzo con vigor y carga de materia, transmitiendo a sus representaciones un valor emocional que lo diferencia de otros pintores.

Vista de Naarden pudo pertenecer a la colección de Richard Grosvenor, segundo marqués de Westminster, permaneciendo en esta familia por herencia durante varias generaciones, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el primer cuarto del siglo XX. Tras pasar por el mercado de arte británico, la pintura apareció en Berlín, en la galería Matthiesen, donde fue adquirida para la colección Thyssen-Bornemisza en 1928 o antes.

La zona que Ruisdael captó en esta vista tal vez tuvo para él un aspecto afectivo, pues su abuelo se había traslado a Naarden hacia 1590, y tanto su padre como su tío Salomon habían nacido allí.

Esta pequeña tabla apaisada está firmada y fechada por el artista en 1647. Corresponde a su periodo juvenil y fue pintada cuando Ruisdael tenía dieciocho o diecinueve años. Sus primeros cuadros conocidos, un conjunto de unos trece óleos, se suelen datar un año antes, en 1646. Pese a la juventud del artista, la obra destila una gran madurez en su concepción compositiva, organizada con una amplia perspectiva pese a las reducidas dimensiones del soporte. Para lograr estos efectos, Ruisdael baja la línea del horizonte y da un gran protagonismo al cielo, que ocupa ya, como en algunas de sus composiciones posteriores, más de la mitad del cuadro. En este cielo alternan las compactas masas de nubes con fragmentos de un despejado celaje de intenso color azul. Entre ellas, y a su través, se va filtrando una luz que se proyecta sobre la tierra con un juego rítmico de sombras y luces que van construyendo, en profundidad, el espacio de la llanura con sus distintas parcelas de tierra, caminos y arboledas.

En este paisaje, muy pensado y meditado, se han detectado influencias de artistas próximos al pintor que determinaron su trayectoria en esos años tempranos. Las fuentes de inspiración más directas de esta vista se han señalado en la producción de Hendrick Goltzius, Hercules Segers y Jan van Goyen, en los que ya encontramos vistas panorámicas en formato apaisado y en las que el cielo adquiere un gran desarrollo. La utilización de la luz, un intenso resplandor en el centro del cuadro, seguido de planos en fuerte sombra y rodeado de otros en media penumbra, presentes en esta obra, fue empleada por Rembrandt, como apuntó Simon, en las décadas de 1630 y 1640. Sin embargo, en el perfil que adquiere la ciudad al fondo se ha visto el influjo de Hendrick Vroom. Se puede reconocer, entre los campos cultivados y las alquerías, la ciudad de Naarden en el centro de la pintura, con el ZuiderZee a su derecha y las ruinas de la iglesia de Muiderberg iluminadas en la lejanía.

En relación con la composición se han mencionado dos dibujos que guardan cierto paralelismo con ella aunque difieren en algunos detalles. El primero se conserva en Darmstadt, y corresponde, como el otro, a una vista de la ciudad de Naardem. Con un punto de vista más bajo en su enfoque, entre él y nuestra pintura se constata una serie de semejanzas entre las que destaca el tratamiento del cielo. Sin embargo en este boceto, como ha advertido la crítica, se omite la colina con la que Ruisdael nos introduce en su pintura, situada en el ángulo inferior izquierdo. El segundo, que se encuentra en La Haya, retocado por una mano distinta a la de Ruisdael, no presenta, en el lateral derecho, la vista del ZuiderZee que se ve en la tabla del Museo Thyssen-Bornemisza. Este paisaje, como se ha señalado, es una «vista» de un cielo típico holandés con cúmulos de nubes.

Mar Borobia

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