Derick Baegert fue la figura principal de una familia de pintores que trabajaron en Alemania durante el último tercio del siglo XV y el primero del XVI. Su estilo toma como punto de partida elementos del gótico final, que funde con ciertas referencias de la pintura neerlandesa. Las cinco tablas del Museo Thyssen-Bornemisza formaron parte de un gran Calvario que fue fragmentado en fecha desconocida. Todos y cada uno de los paneles que conforman este grupo reflejan la influencia de Rogier van der Weyden, que se evidencia en el uso de colores luminosos y en la importancia concedida a los detalles. El conjunto ha sido objeto de varias reconstrucciones, relacionándolo con otras tres obras de Baegert. En la que realizó Ferdinand Köhler, las cinco obras del Museo Thyssen-Bornemisza irían dispuestas en el siguiente orden: en el lado izquierdo se situarían Cristo con la cruz a cuestas, en la parte superior, y La Verónica y un grupo de caballeros, debajo; en la parte central encontraríamos El buen centurión, dispuesto entre la cruz de Cristo y la del mal ladrón, cuyas formas podemos intuir en las dos esquinas superiores de la tabla; La Magdalena aparecería arrodillada junto a la cruz del malhechor; y a la derecha de la composición se dispondrían los Caballeros y soldados jugando a los dados la capa de Cristo.

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Derick Baegert, contemporáneo de Johann Koerbecke, fue el artista más destacado del siglo XV en el Bajo Rin y en la ciudad de Wesel donde tal vez nació y donde se vincula su vida profesional. La primera referencia que se conoce de Derick Baegert se produce en 1476, precisamente en Wesel, y está relacionada con un estandarte que le encargó el Ayuntamiento de la ciudad. Derick Baegert, de cuya formación apenas se sabe nada, dirigió un activo taller donde colaboraron su hijo Jan y Jan Joest. Sus principales trabajos los realizó en Wesel y en Kalkar para clientes de altos estamentos sociales.

Estas cinco tablas formaron parte de un gran Calvario que, en fecha desconocida, fue fragmentado en escenas y en grupos. Este Calvario fue encargado para la Nikolauskirche de Wesel, templo próximo al domicilio de Baegert. El pintor recibió por este conjunto la suma de trescientas setenta rhenish gulden y, a juzgar por el tamaño de las piezas, así como por otras obras del artista conservadas y de similar naturaleza, la pintura pudo medir más de doscientos centímetros de alto por cuatrocientos de ancho. El documento en el que se constata el pago al artista, fechado en 1477, ha servido para determinar la fecha de estos cinco fragmentos. Stange añadió a estas tablas una sexta con la cabeza de san Juan, de la colección de la Kunsthalle de Karlsruhe, pero que resulta difícil de encajar en el esquema compositivo por sus proporciones, aunque Lübbeke apuntó una de las escenas secundarias de las alas.

Las cinco tablas entraron la colección Thyssen-Bornemisza en fechas distintas y con procedencias diferentes. La primera que ingresó fue el fragmento con El buen centurión, que estaba ya en la Colección en 1929 y que fue mostrada en la gran exposición de Múnich de 1930. En 1934 se incorporó el grupo Caballeros y soldados jugando a los dados la capa de Cristo; dos años más tarde, La Verónica que encaja perfectamente con el conjunto adquirido en 1937, procedente de una colección privada americana, Cristo con la cruz a cuestas. Por último, en 1952, se consiguió para la Colección la tabla con La Magdalena. Los fragmentos de este gran Calvario se han puesto muchas veces de ejemplo del criterio y del afán coleccionista de la familia Thyssen-Bornemisza, ya que cuatro de las pinturas fueron el resultado de las compras de Heinrich Thyssen-Bornemisza y la quinta y última, de Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza.

Este Calvario, destinado a la iglesia de San Nicolás, ha sido objeto de dos reconstrucciones que han tenido en cuenta otras tres extraordinarias obras de Baegert. La primera propuesta la realizó Hans Kisky, y la segunda, con pequeñas correcciones, es de Ferdinand Köhler. Si seguimos el esquema de este último, los fragmentos del Museo Thyssen- Bornemisza se insertarían de la forma siguiente: La Verónica y un grupo de caballeros ocuparía el lateral izquierdo del conjunto, el fragmento con El buen centurión se emplazaría entre la cruz de Cristo y la del mal ladrón, La Magdalena estaría arrodillada al lado del malhechor y la narración se cerraría, a la derecha, con los Caballeros y soldados jugando a los dados la capa de Cristo.

Colocaciones similares a la que se ha formulado para este Calvario de Wesel, se encuentran en la tabla con el mismo tema conservada en la Propsteikirche de Dortmund y en el gran Calvario, perdido durante la Segunda Guerra Mundial, del que se conservan reproducciones fotográficas y que perteneció al Deutsches Museum de Berlín. La obra de Dortmund es la más antigua que con este asunto se conserva y se ha fechado entre 1470 y 1475, mientras que el Calvario de Berlín se ha datado con posterioridad al de Wesel, hacia 1485. El tercer ejemplo con el que se ha comparado el grupo de tablas del Museo Thyssen-Bornemisza se encuentra en la Alte Pinakothek de Múnich, pero en él, el artista varió la disposición y los personajes; está fechado hacia 1500.

Estos fragmentos reflejan fielmente el estilo y la calidad del trabajo de Baegert, en el que destacan sus dotes narrativas para contar historias en gran formato. El artista, en el Calvario de Wesel, organizó los distintos personajes que acompañan al tradicional episodio en grupos que une y traba a través de los gestos y las miradas. Un ejemplo de esta forma de componer lo encontramos en el conjunto con los Caballeros y soldados jugando a los dados la capa de Cristo. En esta pieza, el caballero vestido de blanco, que serviría de contrapunto a la figura de la Verónica, apoya su mano en uno de los soldados, mientras dirige la mirada al grupo de jinetes del plano superior. Los colores son luminosos e intensos con una inclinación hacia las gamas cálidas. La técnica que emplea Baegert es meticulosa y se aplica por igual a todos los planos de la obra. En cada una de las pinturas de este gran Calvario detectamos un recuerdo intenso de la pintura flamenca que, en el caso de Baegert, tuvo en Rogier van der Weyden un sólido motivo de inspiración.

Dos diseños, uno con cabezas femeninas y otro con masculinas, conservados en el Musée Condée de Chantilly, se han relacionado con figuras de este conjunto. Uno con la Verónica y con la mujer que mira al espectador y señala con el dedo la Santa Faz; y el otro, con los rostros de los caballeros que, según las reconstrucciones, ocuparían el lateral derecho de esta inmensa Crucifixión.

Mar Borobia

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