El pintor y teórico francés, Robert Delaunay, es una de las figuras más relevantes para comprender el nacimiento de la abstracción a principios del siglo XX. Tras su formación como escenógrafo, hacia 1905 se interesó por los postimpresionistas Gauguin y Seurat y por los estudios sobre el color de Michel-Eugène Chevreul. Participó en los inicios del cubismo, si bien su interés por los contrastes de color y la disolución de la forma a través de la luz marcarían una nota divergente que Guillaume Apollinaire clasificaría como orfismo en 1912. Las series La iglesia de Saint-Séverin, La Torre Eiffel y Las ventanas simultáneas marcaron este camino que acabaría desembocando en la abstracción.

En 1910 se casó con Sonia Terk, pintora de origen ucraniano, con la que desde entonces compartió sus inquietudes artísticas y multitud de proyectos. Fue invitado por Wassily Kandinsky a participar en la primera exposición de Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) en Múnich, y su tratado sobre la luz, que se tradujo al alemán, ejerció una notable influencia en pintores como Paul Klee, Franz Marc, August Macke o Johannes Itten.

La familia Delaunay se encontraba en la península Ibérica en el momento en que estalló la Primera Guerra Mundial, lo que hizo que permaneciesen en Portugal, primero, y luego en España durante el transcurso de la contienda. Durante este periodo su pintura volvió a la figuración. Cuando en 1920 se instalaron de nuevo en París, Delaunay conoció a André Breton y Tristan Tzara, que le introdujeron en los nuevos círculos dadaístas y surrealistas franceses. En torno a 1930 volvió a inclinarse por la abstracción y desde entonces participó en las exposiciones y eventos organizados por grupos como Cercle et Carré o Abstraction- Création. Al final de su vida realizó junto a su mujer unos grandes relieves coloreados para la Exposición Universal de París, de 1937, y en 1938 unas pinturas destinadas a decorar la sala de esculturas del Salon des Tuileries.

Obras