Lawrence fue un artista precoz, siendo sólo un niño comenzó a dibujar retratos de los turistas que frecuentaban la taberna de su padre, sita en Devizes. En 1780 se trasladó con su familia a la ciudad balneario de Bath, donde continuó con su actividad, que se convirtió en la principal fuente de ingresos familiar. A los diecisiete años se marchó a Londres, donde estudió durante tres meses en la Royal Academy, aunque su formación es prácticamente autodidacta. En 1790 pintó La reina Carlota, National Gallery de Londres, su primer retrato para la corona; ese mismo año ejecutó una de sus obras maestras, Elizabeth Farren, conservada en el Metropolitan Museum de Nueva York. El éxito de estos primeros retratos le convirtieron en el pintor de moda entre la alta sociedad británica. Tras la muerte de sir Joshua Reynolds, en 1792, Lawrence le sucedió en su puesto de pintor del rey; dos años más tarde fue nombrado miembro de la Royal Academy.

A partir de 1815 el príncipe regente, que le otorgó el trato de Sir, se convirtió en su principal cliente. Para él llevó a cabo un ambicioso proyecto, que consistió en una serie de retratos de los grandes líderes militares y los jefes de Estado de los países aliados contra Napoleón. Los primeros retratos fueron realizados en Londres en 1815, pero Lawrence continuó trabajando en la serie hasta 1825, para lo que tuvo que desplazarse a las ciudades europeas donde tenían lugar los congresos, como Aquisgrán, Viena y París. Estas obras se conservan en la Cámara Waterloo, en el castillo de Windsor.

En 1819 viajó a Roma, también enviado por el príncipe, para realizar un retrato del papa Pío VII, Londres, Royal Collection. Cuando en 1820 el regente se convirtió en el rey Jorge IV, Lawrence fue elegido presidente de la Royal Academy, cargo que conservó hasta su muerte, en 1830.

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