Hijo del editor de un periódico, el pintor norteamericano Frederic Remington estudió en la School of Fine Arts de la Universidad de Yale. Sin embargo, su interés por el Oeste americano le hizo abandonar los estudios tras la muerte de su padre en 1880.

En 1882 realizó el primero de una larga serie de viajes al oeste del país, en el que no encontró lo que tanto había esperado. Frente al paisaje salvaje soñado, Montana se presentaba como un lugar en proceso de civilización y en el que los indios ya comenzaban a vivir en reservas. Ante esta situación, Remington decidió dedicarse a representar aquello que había ansiado encontrar desde niño. Sus creaciones se basarían en la realidad, pero a ésta se uniría una dosis de fantasía que respondía a sus propias expectativas y a las de muchos de sus contemporáneos, con lo que contribuyó a la conversión del Oeste en mito.

Tras el retorno de su primer viaje, contrajo matrimonio y vivió una pequeña temporada en Kansas, para establecerse definitivamente en 1885 en Nueva York. Allí conseguiría un gran prestigio como ilustrador para las revistas Harper’s, Scribner’s y Outing. Poco a poco el público identificó su vida real con sus pinturas e ilustraciones, lo que creó todo un mito en torno a su persona que él no se ocupó de desmentir. A comienzos de la década de 1890 visitó África y Europa. En 1896 y 1898 viajó con el ejército norteamericano a Cuba con el objetivo de ilustrar la guerra de la independencia contra España.

Su registro artístico aumentó a partir de 1885, cuando comenzó a experimentar con la escultura. En un intento de ser aceptado como un pintor en toda regla y no únicamente como ilustrador, su estilo evolucionó con el nuevo siglo hacia una mayor sencillez y se volvió menos anecdótico. En este marco se inscribieron sus escenas nocturnas. Murió en 1909, poco tiempo después de haber realizado una importante y exitosa exposición en la galería Knoedler’s de Nueva York.

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