Vitale da Bologna, cuyo verdadero nombre era Vidalino di Aymo de Equis, nació probablemente en Bolonia alrededor de 1300. Su formación debió tener lugar en el ámbito de la pintura gótica boloñesa, de la que fue su máximo exponente. La primera noticia referente a su actividad artística es de 1330, al recibir un pago por la decoración de una capilla en San Francesco de Bolonia.

En sus primeras obras se observa la huella del foco de Rímini, tanto en la iconografía como en los gestos de sus figuras y en la utilización de unas gamas cromáticas con tonos verde oliva y rojo vino. No obstante, fue evolucionando y su estilo se volvió más rico y expresivo, hasta reflejar la influencia de la obra de Giotto en la arquitectura, la perspectiva y la vitalidad de las figuras, ejemplificada en La Última Cena de la Pinacoteca Nazionale de Bolonia, de 1340. También los iluminadores boloñeses dejaron su impronta en la obra de este gran pintor. Se cree que debió conocer la obra de Simone Martini por la riqueza decorativa de sus pinturas y la de Pietro Lorenzetti, por el dramatismo de sus rostros.

Entre sus obras destacan las tablas realizadas para el Oratorio de la Virgen de Mezzaratta, Bolonia, y, entre ellas, La Madonna dei Denti, firmada y fechada en 1345, y los frescos de Santa Apollonia di Mezzaratta, conservados hoy en la Pinacoteca Nazionale de Bolonia. En 1349 pintó los frescos del presbiterio de la catedral de Udine, hoy perdidos. Un año más tarde regresó a Bolonia y en 1351 realizó un ciclo de frescos para la abadía de Pomposa, que relatan la vida de san Eustaquio.

Su estilo aúna diferentes influencias, anticipando el gótico de finales del siglo XIV y abriendo el camino a las generaciones posteriores de pintores boloñeses. Su discípulo más aventajado, Tommaso da Modena, desarrolló sus innovaciones iconográficas y técnicas, y Andrea da Bologna y Cristoforo di Jacopo Biondi perpretaron su estilo en su ciudad natal.

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