El parque de Carrières-Saint-Denis
1909
Óleo sobre lienzo.
38,5 x 46,5 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid
Nº INV.
479
(1978.63
)
Sala 41
Planta primera
Colección permanente
Durante el verano de 1909, Georges Braque y Pablo Picasso dieron, de manera simultánea, un paso fundamental en la evolución del lenguaje cubista. Picasso se instaló con Fernande en Horta de Ebro y Braque trabajó en La-Roche-Guyon, a orillas del Sena. Entre el 7 de septiembre y el 6 de octubre tuvo que dejar de pintar debido a su servicio militar, y a su regreso viajó a Carrières-Saint-Denis, muy cerca de la casa de André Derain en Chatou. En esta localidad realizó cuatro paisajes, entre los que se encuentra El parque de Carrières-Saint-Denis, perteneciente a la colección Thyssen-Bornemisza, que guarda un cierto parecido con la composición de La iglesia de Chatou de André Derain, ya que en ambos evocan determinados elementos de la naturaleza sin renunciar a la planitud y la estructura geométrica del lienzo.
En estos paisajes protocubistas Braque continúa la simplificación formal y la investigación de un nuevo sentido de la perspectiva iniciados en L’Estaque el año anterior y para ello se vale de un rasgo de la pintura de Cézanne indispensable para el nuevo lenguaje. Se trata de una especie de vibraciones, que Pierre Daix denominó passages, que producen un encadenamiento de las formas entre sí, que Cézanne logra, como ha señalado Tomàs Llorens, con «unas cortas pinceladas, generalmente de tonalidades frías y oscuras, con las que el maestro de Aix marca, como con una sombra, algunos de los bordes de los volúmenes principales de sus cuadros», de forma que, aunque la imagen se hace menos legible, el cuadro «gana unidad, ritmo y coherencia estilística». Será precisamente este compromiso con el tratamiento bidimensional del espacio según Cézanne el que destaca Christopher Green en la obra de Braque a la hora de hablar del importante papel del artista en el desarrollo del cubismo temprano.
También es necesario mencionar que la imponente estructura piramidal del castillo medieval de La-Roche-Guyon, que había inspirado sus composiciones inmediatamente anteriores, marcará igualmente la componente geométrica en sus pinturas futuras.
Paloma Alarcó
En estos paisajes protocubistas Braque continúa la simplificación formal y la investigación de un nuevo sentido de la perspectiva iniciados en L’Estaque el año anterior y para ello se vale de un rasgo de la pintura de Cézanne indispensable para el nuevo lenguaje. Se trata de una especie de vibraciones, que Pierre Daix denominó passages, que producen un encadenamiento de las formas entre sí, que Cézanne logra, como ha señalado Tomàs Llorens, con «unas cortas pinceladas, generalmente de tonalidades frías y oscuras, con las que el maestro de Aix marca, como con una sombra, algunos de los bordes de los volúmenes principales de sus cuadros», de forma que, aunque la imagen se hace menos legible, el cuadro «gana unidad, ritmo y coherencia estilística». Será precisamente este compromiso con el tratamiento bidimensional del espacio según Cézanne el que destaca Christopher Green en la obra de Braque a la hora de hablar del importante papel del artista en el desarrollo del cubismo temprano.
También es necesario mencionar que la imponente estructura piramidal del castillo medieval de La-Roche-Guyon, que había inspirado sus composiciones inmediatamente anteriores, marcará igualmente la componente geométrica en sus pinturas futuras.
Paloma Alarcó