La Virgen con el Niño
Dentro del grupo de los primitivos italianos el Museo cuenta con dos ejemplos de Bernardo Daddi: esta Virgen con el Niño y una Crucifixión. Ambas, por sus dimensiones, se vinculan con la pintura de devoción destinada a satisfacer la piedad privada. Daddi, que tras la muerte de Giotto se convirtió en el pintor más destacado de Florencia, dirigió un activo taller desde el que propagó unas fórmulas que estuvieron vigentes hasta la segunda mitad del siglo XIV.
Esta Virgen con el Niño se incorporó a la colección Thyssen-Bornemisza en junio de 1928, y fue adquirida a través de una galería en Lucerna, donde ya estaba en 1927. Las primeras noticias seguras que tenemos sobre su historia proceden del siglo XIX, cuando estuvo registrada en el mercado italiano de arte a finales de la década de 1860 e inventariada, posteriormente, entre los bienes de tres familias británicas. En el análisis que en 1990 publicó Boskovits, propuso, con interrogación, Pieve di San Giovanni Maggiore, en Panicaglia, como posible ubicación original para este trabajo de Daddi.
La pintura la dio a conocer por vez primera Helen Comstock en un artículo aparecido en 1928, donde comentaba y reproducía la pintura y al que añadió que había sido expuesta ese invierno en Nueva York, y que pertenecía a Böhler y Steinmeyer de Lucerna. A lo largo de la década de 1930 el temple fue objeto de estudio, y varios críticos lo calificaron como un trabajo importante del pintor florentino. Tan sólo Offner consideró la tabla de un ayudante del taller.
Este tipo de Madonna fue uno de los temas que con más asiduidad repitió el taller de Daddi. Sobre un fondo de oro, material que se usa en los nimbos y en las telas —concretamente en las cenefas y en el estampado de la túnica de María—, destaca la figura de la Virgen que sostiene en sus brazos a Jesús. El modelo, cuya iconografía procede de Bizancio, generó en el arte occidental un patrón conocido como Virgen de la ternura que fue repetido con numerosas variantes. En esta tabla Daddi siguió un esquema fijado por la actitud del Salvador, quien mira a la madre con afecto; aquí el Niño coge un dedo de su mano a la vez que con la otra agarra el cuello de su túnica. La Virgen, con una expresión dulce, lleva la mirada al frente ajena a los mimos de Jesús. Los gestos de las manos, en especial el de María, fueron empleados en otras ocasiones por el pintor, como en el tríptico Bargello; en el del Niño, sin embargo, se ha visto una alusión premonitoria de su Pasión.
Los cambios introducidos por Giotto se aprecian en esta obra en el interés que el artista presta al volumen de las figuras. Daddi las llenó de dulzura y lirismo, disminuyendo con ello la rigidez y la sensación de distanciamiento que produce su tradicional fondo de oro. La tabla, que sufrió en una fecha que desconocemos una restauración no muy afortunada, remataba en su parte superior triangularmente. Según las hipotéticas reconstrucciones que se han propuesto debió formar parte de un políptico del que sería la imagen central. El conjunto, desmembrado en fecha desconocida, estaría constituido por dos pinturas más, según Cohn, o por cuatro, según Boskovits. Siguiendo la hipótesis de este último, a su izquierda se colocarían San Juan Evangelista y Santiago el Mayor, y a la derecha San Juan Bautista y Un santo obispo. Todas estas piezas están localizadas actualmente en distintas colecciones. Las obras de Daddi que han servido de base para establecer la datación y autoría de esta Virgen con el Niño han sido el Políptico de san Pancracio, de la Galleria degli Uffizi, y La Madonna de Orsanmichele, ambas en Florencia. En estas dos obras se percibe una volumetría en las figuras, que enlazaría con la de nuestra tabla, estableciéndose entre ellas paralelismos más concretos en el dibujo de las túnicas de la Madonna o en la construcción de la cabeza de las figuras del Niño.
Boskovits ha argumentado además a favor del trabajo autógrafo que el estilo de Bernardo Daddi, en los últimos años de su carrera, se volvió más sólido y monumental y sus figuras, pese a sus formas sencillas, fueron capaces de transmitir cualidades humanas y sentimientos.
Mar Borobia