Huérfano de padre, Hundertwasser creció junto a su madre, de origen judío, en un ambiente de extrema pobreza y bajo el clima claustrofóbico de la dominación nazi. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1948 comenzó a asistir a clases de pintura en la Akademie der Bildenden Künste, actividad que abandonó a los pocos meses por encontrarla aburrida y falta de contenido. Durante ese mismo año visitó las exposiciones de Egon Schiele en la Albertina y de Walter Kampmann, que tuvieron una gran influencia en él. En 1950 se trasladó a París con la intención de continuar sus estudios, aunque de nuevo volvió a abandonarlos. A partir de entonces comenzó una serie de viajes que le llevaron a recorrer todo el mundo. En 1952 se celebró su primera exposición individual en el Kunstverein de Viena y dos años más tarde en el Studio Paul Facchetti de París. A partir de entonces, su obra pudo verse en numerosas muestras.

La obra de Hundertwasser, en la que parece estar presente la huella del decorativismo vienés ligado al Jugendstil y al expresionismo centroeuropeo, tendió poco a poco a una abstracción, aunque nunca desaparecieron completamente de ella determinados elementos figurativos. En sus pinturas, de luminosos colores, destacó el uso de la espiral y otros elementos que las dotaban de significados simbólicos ligados a su deseo de buscar la regeneración del ser humano. Además, Hundertwasser realizó obra gráfica y se interesó por el urbanismo y la arquitectura, que quiso transformar en algo orgánico y ornamentado, frente al funcionalismo imperante. Algunos de sus proyectos fueron llevados a cabo, como la Hundertwasserhaus de Viena.

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