Béla Kádár comenzó su aproximación al mundo del arte a través de sus viajes a Múnich y París y posteriormente estudió en la Academia de Bellas Artes de Budapest bajo la dirección de Jószef Rippl-Rónai. Se sintió atraído por el arte de los secesionistas vieneses y por la pintura impresionista y, tras su viaje a Berlín en 1912, su obra se vio influida por el expresionismo y el futurismo.

En 1914, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, Kádár se alistó voluntario y, a pesar de la inevitable brecha que este episodio produjo en su carrera, ya en 1918 se celebró una exposición individual de su obra en Budapest. En 1921 expuso en el Hevesi Salon junto a Hugo Scheiber, artista afín a Kádár en sus planteamientos artísticos. Ambos representaban una rama divergente de la defendida por la revista MA y su editor Lajos Kassák. Frente a los principios cercanos al constructivismo de MA, Kádár continuó ligado al mundo visible, que interpretaba desde un punto de vista expresionista próximo a la obra de Marc Chagall. A pesar de ello, algunas de sus obras demuestran un claro interés por la geometrización.

Durante la década de 1920 entró en contacto con Herwarth Walden, editor de la revista Der Sturm y fundador de la galería del mismo nombre, donde expondría en 1923. También participaría en diferentes exposiciones en Estados Unidos, como la International Exhibition of Modern Art en el Brooklyn Museum de Nueva York en 1927, ciudad en la que vivió durante un año. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, a la que sobrevivió en el gueto judío de Budapest, realizó un libro con ilustraciones sobre las atrocidades cometidas por los nazis.

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