Grabador, dibujante y pintor, Lucas van Leyden está considerado uno de los primeros representantes de la pintura de género holandesa, y uno de los más brillantes grabadores de la historia del arte. Según Van Mander, recibió sus primeras lecciones de su padre, el pintor Hugo Jacobsz., continuando su formación con Cornelis Engebrechtzs.

De Lucas van Leyden se conocen bastantes datos, y aparece mencionado a menudo en documentos de su ciudad natal a partir de 1500. Se casó con la hija de un magistrado, fue miembro de dos milicias y gozó de una buena posición social, situándose entre los ciudadanos más prósperos de Leiden. Conoció a Durero durante su viaje a Amberes en 1521; en el encuentro ambos intercambiaron grabados, y el maestro alemán además pintó su retrato. Según Van Mander, a la edad de treinta y tres años emprendió un viaje por las provincias de Zelanda, Flandes y Brabante, en compañía de Jan Gossaert.

Fue un prolífico artista, estando la mayor parte de su producción formada por estampas de las que se conservan unas doscientas, la mayoría de ellas firmadas y fechadas. Sus primeros grabados muestran la huella de la obra gráfica de Durero, mientras que a partir de 1525 se dejó influir por las corrientes italianas que llegaron a él gracias a Gossaert y a las estampas de Marcantonio Raimondi. Su corpus pictórico no es tan amplio; en la actualidad se le atribuyen unas quince obras, cuatro de las cuales fueron descritas por Van Mander: La Virgen y el Niño con santa María Magdalena y donante, hoy en la Alte Pinakothek de Múnich; El Juicio Final, conservado en Leiden, en el Stedelijk Museum De Lakenhal; La adoración del becerro de oro, del Rijksmuseum de Amsterdam, y El milagro del ciego de Jericó, en el Ermitage de San Petersburgo. A pesar de que fue un artista admirado y su trabajo fue muy imitado, Lucas van Leyden no tuvo ni discípulos ni ayudantes a su cargo.

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