Nacido en la pequeña localidad de Liebau, en las montañas de los Sudetes, el pintor alemán Otto Mueller se formó como litógrafo en un taller de la ciudad de Gölitz, en Silesia. En 1894 fue a Dresde para estudiar en la Kunstakademie y en 1908 se trasladó a Berlín. Allí tomó parte en la creación durante 1910 de la Neue Sezession y conoció a algunos de los miembros del grupo expresionista Die Brücke (El Puente), del que pasó a formar parte. Durante 1911 viajó con Ernst Ludwig Kirchner y Erich Heckel a diversos lugares, como Bohemia y la isla de Fehrmarn en el mar Báltico. Junto a ellos expuso en dos importantes muestras del grupo: en la Galerie Arnold de Dresde en 1910 y en la galería de Fritz Gurlitt de Berlín en 1912. En 1919, tras ser licenciado en el ejército, se trasladó a Breslau, donde trabajó como profesor de la Kunstakademie hasta su muerte en 1930.

Mueller intentaba buscar la armonía entre el ser humano y la naturaleza. El tono arcádico de sus obras se aleja de las inquietudes del resto de artistas de Die Brücke, mucho más ligados a lo cotidiano y a la percepción de la vida cosmopolita de comienzos del siglo XX. Tras viajar a Rumanía, Bulgaria y Hungría durante la década de 1920, realizó un gran número de pinturas en las que retrató a personas de etnia gitana, algo que contribuyó a aumentar la leyenda sobre sus posibles orígenes cíngaros.

Su obra, que casi nunca fechó y de la que destruyó una parte no determinada, destacó por su grafismo y la búsqueda de la calidad bidimensional del lienzo. El interés por conseguir un resultado mate en su pintura le llevó a experimentar con el temple, algo que influyó en el resto de los miembros del grupo.

Obras