Mattia Preti
Nacido en Taverna, Preti se trasladó a Roma, junto con su hermano mayor Gregorio, hacia 1628. En esos años se interesó por el caravaggismo y por la obra de los seguidores nórdicos y franceses de Merisi; en esa etapa de juventud se sitúan sus escenas de jugadores y músicos. A finales de la década de 1630 estudió la corriente neoveneciana, los trabajos de clasicistas como Lanfranco y la pintura del Guercino y de los venecianos Tiziano, Tintoretto y Veronés. En Roma dejó en la decoración al fresco realizada para Sant’Andrea della Valle, entre 1650 y 1651, con escenas del Martirio de san Andrés, una de sus obras maestras, que junto con sus frescos de Módena, donde representó a Los Evangelistas y El Paraíso, son un exponente del estilo maduro del pintor. Entre 1656 y 1660 se encuentra en Nápoles, donde su pintura se transformó modificando la iluminación y el colorido, que se tornó más frío. Su obra en esa ciudad fue fuente de inspiración para las siguientes generaciones de pintores napolitanos, especialmente para Francesco Solimena, considerado su principal seguidor. En Nápoles, además de las numerosas pinturas de caballete, decoró la iglesia de San Pietro a Majella con escenas de la vida de san Pedro Celestino y de santa Catalina de Alejandría, fechadas entre 1657 y 1659. Tras una breve estancia en Roma, donde participó en la decoración de la Stanza dell’Aria del Palazzo Pamphilj en Valmontone, en 1611 se trasladó definitivamente a Malta donde desplegó una gran actividad. Allí ingresó en la Orden de Malta, consiguiendo el rango de caballero. La misma Orden se convirtió en su mejor cliente, ejecutando para ella su obra más ambiciosa: la renovación de la decoración de la iglesia de San Juan de La Valletta con episodios de la vida del santo titular. A pesar de que participó en la decoración de la mayoría de las iglesias de la isla, Preti continuó recibiendo encargos para distintas ciudades de Italia y de Europa, entre los que destaca La predicación de san Bernadino, para la iglesia de San Domenico, en Siena, considerada como una de las grandes obras de su última etapa.