La exposición se centra en el análisis de la obra de Paul Gauguin y su relación con otros artistas: sus maestros, como Pissarro, Cézanne o Degas, sus coetáneos, principalmente Van Gogh, y otros artistas que muestran su influencia, como Bonnard, Vuillard o Picasso, durante el periodo comprendido entre 1884 y 1891. Durante esta época Gauguin pasó de ser un impresionista secundario a convertirse en cabeza de fila del movimiento simbolista. El esfuerzo por superar el impresionismo le llevó a poner en cuestión toda la tradición "naturalista" del arte europeo desde el Renacimiento. Uno tras otro, sacrificaría todos los recursos descriptivos de la pintura (perspectiva, sombras, claroscuro, tono local), en aras del valor puro de la línea y el color sobre el plano.