1 de mayo: museo cerrado.

El siglo XIX fue uno de los períodos más fecundos del arte andaluz tras la decadencia que siguió a la muerte de Murillo y el predominio de pintores extranjeros en la corte de los primeros Borbones. Desde los años treinta del siglo XIX, Sevilla y otras capitales andaluzas se beneficiaron de un notable auge económico. Pero más importante que ello, fue la llegada a Andalucía de viajeros provenientes de Inglaterra y de otras partes de Europa. Estos primeros «turistas» habían comenzado a recorrer nuestro país a fines del siglo XVIII, pero fue en el segundo cuarto del siglo siguiente cuando su presencia se hizo masiva, fruto de las repercusiones que tuvo en toda Europa la Guerra de Independencia (1808-1813) y de la popularización del gusto romántico por lo exótico. Andalucía protagonizó, como ninguna otra región, el «mito romántico de España». Sevilla y Granada principalmente, acogieron a escritores y pintores como Washington Irving, Richard Ford, Théophile Gautier, Alexandre Dumas, David Roberts, John Frederick Lewis, Alfred Dehodencq, Gustave Doré, etc., quienes fijaron la imagen de «lo español». Paralelamente, en el extranjero creció la demanda de obras capaces de plasmar los principales paisajes, monumentos y costumbres del sur de España.