Este belén comenzó a reunirse en la década de 1970 con la adquisición, en varias colecciones españolas, de grupos como el Misterio (la Virgen, el Niño y san José), los Reyes Magos y otras figuras que dan vida a las diversas escenas que acompañan al nacimiento de Cristo. Uno de los conjuntos más espectaculares lo constituyen los ángeles, que se elevan por encima de la arquitectura, algunos con pequeños incensarios de metal en sus manos. Su dinamismo, movimiento y fuerza se detecta en los plegados de las túnicas y de las bandas, que se quiebran con ímpetu. Estos ángeles adoradores, de cuerpo entero, se han ido incorporando al belén uno a uno a lo largo de varios años.

Las figuras conocidas como pastori están hechas de diversos materiales: la cabeza y el pecho de terracota, las manos y los pies de madera; los cuerpos se construyen a base de un esqueleto de alambre que se cubre con estopa, lo que permite su movilidad. Los vestidos, auténticas obras de arte, reflejan la clase social de cada personaje. Por su variedad y exquisito detalle resultan especialmente llamativos los que portan los estamentos populares. María, de rosa y azulón, y san José, de morado y amarillo, visten siguiendo la tradición napolitana. Los pastori se fijan al decorado por unas puntas que llevan en la planta de los pies o los zapatos que se clavan en el suelo de corcho procurando su estabilidad.

El belén, además del decorado y el paisaje, se completa con animales como las gallinas, el gallo o la cabra, ejecutados con gran maestría, y con ciertos accesorios o finimenti, que ayudan al espectador a identificar los oficios de los personajes y que se modelan en distintos materiales. Así, las frutas y alimentos son de cera pero también se emplea la madera, el barro o el metal en los objetos que portan los Reyes o los incensarios de los ángeles.

El belén napolitano adquirió su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando pasó del ámbito religioso de las iglesias al doméstico de los palacios y las casas nobles. Una de las particularidades que hacen especiales este tipo de representaciones es la riqueza de su escenografía, a veces muy abigarrada, que ilustra fielmente la vida cotidiana y la actividad de las clases populares de la época. En ellas encontramos grupos como vendedores ambulantes, músicos, viajeros, paseantes, compradores, taberneros o un extenso catálogo de oficios. Todos ellos arropan con su vivacidad y expresividad el nacimiento de Jesús.

Este belén ha sido cedido desinteresadamente por su propietario para su exposición en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.