Giulio Carpioni nació en 1613, probablemente en Venecia. Está documentado por primera vez en 1630, fecha en la que comienza su formación como pintor en el taller de Alessandro Varotari, conocido como Padovanino. Desde el principio se aprecia en su estilo una búsqueda de realismo y objetividad a la manera de Saraceni, Jean Leclerc y otros venecianos, interés que posiblemente fue fruto del viaje que realizó a Bérgamo, en 1631, junto con su maestro y donde conoció la pintura lombarda. Sus primeras obras documentadas, La Glorificación (Vicenza, Museo Civico) y Martirio de santa Catarina (Vicenza), datan de 1647 y 1648. Su pintura también acusa los influjos de los Bamboccianti, en especial de Pietro Vecchia.

Desde 1638 está documentado en Vicenza, ciudad en la que se estableció permanentemente. Giulio Carpioni se dejó también influir por el arte elegante y colorista de Francesco Maffei que dominaba la ciudad, llegando a colaborar con él en la decoración de los oratorios de Zitelle y San Nicola, ambos en Vicenza. Tras la marcha de Maffei de Vicenza, en 1657, Carpioni comenzó su etapa más productiva. Durante las siguientes décadas ejecutó numerosos trabajos de tema religioso, entre los que destacan las pinturas del oratorio de Santa Clara, las del Palazzo Trissino Baston y un importante ciclo para Santi Filippo e Fortu nato. Sus obras más originales son, sin embargo, las pinturas de pequeño formato dedicadas a temas mitológicos, como las bacanales, entre las que destacan El triunfo de Sileno, en la Galleria dell’Accademia de Venecia, y El reino de Hypnos, del Kunsthistorisches Museum de Viena.

Desde 1669 hasta 1673, Carpioni está documentado en Verona junto con el también pintor Bartolomeo Cittadela. Durante su permanencia allí realizó varias pinturas religiosas para las iglesias de San Leonardo y Santi Nazaro e Celso. Giulio Carpioni, en su última etapa artística, trabajó como grabador.

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