Ronald B. Kitaj se dedicó al dibujo desde muy pequeño y sus primeros trabajos estuvieron ligados al mundo del mar. En 1950 se enroló en un carguero noruego y navegó a Sudamérica, y en 1951, tras obtener su licencia de marinero, se embarcó en varios petroleros en los que viajó a Venezuela y al Caribe. Durante su estancia en Europa, en 1951, visitó París y Viena, donde estudió en la Akademie der Bildenden Künste austriaca y, más tarde, en la Ruskin School of Drawing and Fine Arts de Oxford. En 1960 entró en el Royal College of Art de Londres y conoció a David Hockney, al escultor Eduardo Paolozzi y a Chris Prater, con quien hizo numerosos trabajos de serigrafía. Poco a poco se fue convirtiendo en un importante protagonista de la escena artística londinense. Su relación con el arte pop tiene su reflejo en su pintura de ese momento, en la que introduce collages de imágenes y textos. En 1963, su primera exposición individual, celebrada en la Marlborough Gallery de Londres, le puso en contacto con otros pintores figurativos como Francis Bacon, Lucian Freud, Michael Andrews y Frank Auerbach.

En 1967 trabajó como profesor invitado en la Universidad de California en Berkeley. Allí se hizo amigo del pintor Robert Creeley y del poeta Robert Duncan. En 1969 se trasladó a la Universidad de Los Ángeles y pintó los retratos de numerosos directores de cine de Hollywood, en donde residió hasta 1971, año en que regresó a Londres. En la Hayward Gallery de la capital británica organizó, en 1976, la controvertida exposición dedicada al arte figurativo The Human Clay, con la que el artista pretendía criticar la deshumanización y la esterilidad del arte del momento. En 1994 se celebró una importante retrospectiva suya en la Tate Gallery de Londres que provocó cierto rechazo en la crítica. El pintor achacó a los críticos la prematura muerte de su mujer, la pintora Sandra Fisher, que falleció en esos días por un infarto.

Su pintura se mantuvo dentro de una figuración de contenido literario y siempre se sintió interesado por la obra de Degas, Cézanne y los postimpresionistas. En los últimos años de su vida, la influencia de sus amigos los escritores americanos Philip Roth y Aaron Applefield le llevó a centrarse en temas judíos.

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