Henry Moore es aclamado como el más importante escultor británico del siglo XX. Su obra, centrada en la figura humana, en especial en la mujer, está compuesta de unas esculturas y una gran cantidad de dibujos, en los que enlazaba su amplio conocimiento del arte del pasado con las nuevas tendencias del siglo que le tocó vivir.

Siguiendo el deseo de su padre y contra el suyo propio de ser escultor, Moore trabajó como maestro, y sólo en 1919, tras regresar herido de Francia, donde fue movilizado durante la Primera Guerra Mundial, comenzó sus estudios en la Leeds School of Art. Desde 1921 estudió en el Royal College of Art de Londres, lo que le posibilitó visitar regularmente el British Museum. Además de las esculturas griegas, Moore se sintió fascinado por las expresiones artísticas no occidentales, como el arte africano, de Oceanía y, en especial, el precolombino. Durante la década de 1920 viajó a Francia y a Italia, y allí admiró la obra de Cézanne, Picasso, Hans Arp y Modigliani, pero también la de maestros del Renacimiento como Giotto y Massaccio.

En 1933Moore entró a formar parte del grupo Unit One, que integraba a pintores, escultores y arquitectos vanguardistas, entre los que se encontraban Barbara Hepworth, Ben Nicholson o el crítico Herbert Read. También, y a pesar de que nunca comulgó plenamente con las doctrinas surrealistas, Moore se aproximó a los defensores del movimiento en Inglaterra y expuso en 1936 en la International Surrealist Exhibition de las New Burlington Galleries de Londres. En 1940 el estudio de Moore fue dañado por las bombas, y poco después el Gobierno le encomendó la tarea de plasmar sobre papel a los londinenses que se refugiaban en las estaciones de metro. Para realizar estos dibujos, Moore volvió a un estilo más naturalista, a pesar de que tampoco en sus aproximaciones a la abstracción abandonó por completo la figuración.

En 1946, coincidiendo con una gran retrospectiva de su obra en el Museum of Modern Art de Nueva York, nació Mary, su única hija. Durante esta etapa sus dibujos y estudios reflejaron la vida doméstica familiar. La mujer sola o acompañada por un niño, tema que ya había aparecido con frecuencia en su obra anterior, se convirtió en el gran protagonista a partir de entonces. Dos años después, en 1948, la Biennale de Venecia le concedió el Premio Internacional de Escultura, que consolidó su reputación internacional. A partir de entonces, recibió encargos para realizar obras públicas, lo que le permitió que el tamaño de sus esculturas aumentase. Algunos ejemplos son la Figura reclinada, 1956- 1958, de la UNESCO en París, o la obra del mismo título realizada para el Lincoln Center de Nueva York (1963-1965).

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