El nombre de «Petrus Arimino», con el que se ha identificado a Pietro da Rimini, apareció en un crucifijo de la iglesia Dei Morti en Urbania. De esta misma manera figuró inscrito en un fresco dedicado a san Francisco en la iglesia de San Nicola en Jesi, con fecha de 1333, trasladado posteriormente al convento franciscano de Montottone. Se le han atribuido también un políptico en el altar mayor de la iglesia de los Eremitani de Padua, actualmente perdido, y un ciclo de frescos en el claustro de este convento, conservado en el Museo Civico de la misma ciudad. El políptico del altar mayor de los Eremitani lo firma como «Petruccio da Rimini» junto a Giuliano da Rimini, en 1324. Probablemente también trabajó en Rávena, donde realizó algunos frescos en la iglesia de San Francisco y en la de Santa Clara, ahora en el Museo Nazionale de esta ciudad. Los frescos del refectorio de la abadía de Pomposa, datados hacia 1318, los del ábside de San Pedro en Sylvis, cerca de Bagnacavallo, los del Cappellone de la iglesia de San Nicola en Tolentino y de la iglesia de Santa Maria en Porto Fuori han sido atribuidos también al artista, aunque determinados aspectos se han cuestionado. Además de realizar estos murales, es autor de una serie de pequeñas obras devocionales que se encuentran repartidas entre varios mu seos y colecciones privadas, como La Piedad, en el Musée du Louvre de París.

Pietro da Rimini ejerció un papel importante a lo largo de la costa del Adriático durante la primera mitad del siglo XIV. En su obra se recoge lo mejor de la pintura de este siglo en Rímini, con la fusión de aspectos de las escuelas florentina, sienesa e italobizantina, y su estilo combina de forma magistral un expresivo sentido dramático, lleno de emoción, con notas puramente decorativas.

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