La recreación de superficies reflectantes entre los objetos de un cuadro ha sido un motivo constante en la pintura que, ya desde el siglo XV, tiene fascinados a un gran número de artistas por las posibilidades pictóricas que ofrece. Este juego entre la imagen real y la reflejada es el tema elegido para una nueva instalación de obras de la Colección Permanente en la que maestros antiguos y modernos vuelven a convivir en una misma sala. En esta nueva entrega de <miradas cruzadas>, artistas de distintas épocas demuestran su dominio de la técnica al servirse de metales, cristales y espejos para reflejar detalles que han quedado fuera del cuadro o que permanecen ocultos en la escena representada y aprovechan incluso, en un alarde narcisista, para retratarse a ellos mismos pintando detrás del caballete. Se trata de un juego visual que queda patente en este nuevo montaje y que cuestiona al propio observador de la obra sobre qué es realidad y qué es reflejo dentro de cada lienzo.