Frederic E. Church fue el primer alumno de Thomas Cole, padre de la Escuela del río Hudson, quien le transmitió su visión alegórica y majestuosa del paisaje americano, que se vio ya reflejada en los primeros paisajes de Nueva Inglaterra del joven pintor. Paulatinamente, las teorías de John Ruskin, del que aprendió que el estudio detenido de la naturaleza era capaz de desvelar las verdades esenciales del mundo, le alejaron de los paisajes moralistas y épicos de su maestro. En 1845 hizo su debut en la muestra anual de la National Academy of Design, institución de la que pasaría a ser miembro y en la que expondría de forma continuada durante toda su carrera. En 1847 su exposición en la American Art Union le confirmó como uno de los jóvenes valores de la pintura del momento.

Los escritos del naturalista alemán Alexander von Humboldt (1769-1859) serían determinantes en su obra. Cosmos le enseñaría la armoniosa unidad del universo que Church traducía en unas obras de formato grandioso en las que combinaba unas amplias panorámicas con un estudio casi científico de los detalles. Siguiendo los pasos de Humboldt, viajó en dos ocasiones a Sudamérica, en la primavera de 1853 y en 1857. De los apuntes tomados en esos periplos salieron algunos de sus lienzos más memorables de los volcanes Cayambe, Cotopaxi o Chimborazo. También visitó en varias ocasiones las cataratas del Niágara, otro de los lugares de peregrinación de los pintores del momento. La exposición de su pintura Las cataratas del Niágara (Washington, Corcoran Gallery of Art) en 1857 en Nueva York, Londres y otras ciudades europeas le encumbró como el gran pintor americano.

En 1859 cambió las regiones tropicales por el lejano Norte. Visitó la península del Labrador, Newfoundland y pintó varios paisajes de icebergs. Su compañero de viaje y biógrafo de Thomas Cole, el reverendo Louis Legrand Noble, publicó un relato de la expedición en Tras los icebergs junto a un pintor (1861).

En 1860 Church, que se encontraba ya en el punto más alto de su carrera artística, contrajo matrimonio con Isabel Carnes y compró un terreno con vistas al río Hudson, donde construyó Olana, una mansión campestre de estilo persa donde pasó los últimos años de su vida. En la década de 1870 su éxito comenzó a declinar, y a partir de 1880, aquejado de un fuerte reumatismo, abandonó los lienzos de gran formato y se dedicó a decorar su casa y a pintarla en diferentes condiciones climáticas en pequeños bocetos al óleo. Cuando murió en 1900 era un artista olvidado.

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