Gainsborough nació en Sudbury, Suffolk, en 1727. Desde temprana edad mostró grandes habilidades artísticas, por lo que a los trece años fue enviado a estudiar a Londres con el pintor y grabador francés Hubert François Gravelot, quien había sido discípulo del gran pintor francés Antoine Watteau. La obra de Gainsborough muestra, desde sus inicios, fuertes influjos del maestro francés, de los artistas de la escuela flamenca y del pintor holandés Anton van Dyck. Hasta 1774 vivió y trabajó entre Ipswich y la ciudad balneario de Bath, pintando retratos y paisajes. En 1768 fue elegido miembro de la Royal Academy of Arts y, en 1774, el rey Jorge III le invitó a pintar su retrato y el de la reina Carlota Sofía. Ese mismo año se trasladó a Londres, donde permaneció hasta su muerte, en 1788. Allí se convirtió en el pintor favorito de la aristocracia británica. Junto con Reynolds, su gran rival, Gainsborough está considerado uno de los artistas más importantes no sólo del siglo XVIII, sino de la historia de la pintura británica.

Su corpus está formado por unas quinientas obras, de las que más de doscientas son retratos. Éstos se caracterizan por la noble y refinada elegancia de sus figuras, el encanto poético, el predominio de colores fríos, principalmente verdes y azules, y una pincelada suelta, delgada y larga en su trazo. Sus obras están imbuidas de una melancolía propia de su estilo, efecto que logró a través de una luz muy tenue, que recuerda claramente a los paisajes flamencos del siglo XVII. Muchas veces situó sus retratos al aire libre, fusionando de manera armoniosa dos géneros. Gainsborough pintó también paisajes sin figuras, sobre todo bosques y vistas de la campiña inglesa. Realizó además numerosos dibujos y grabados a lo largo de su carrera, en los que a menudo introducía innovaciones técnicas; fue uno de los primeros artistas en realizar grabados al aguatinta y en barniz blando, y solía dibujar sobre papeles coloreados, mezclando diferentes técnicas como tiza, lápiz, acuarela o gouache.

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