Retrato de Ferry Carondelet con sus secretarios
Sebastiano del Piombo fue uno de los grandes pintores del Renacimiento. Estimado en su época, su figura quedó posteriormente ensombrecida por las fuertes personalidades con las que tuvo que competir: Tiziano en Venecia y Rafael y Miguel Ángel en Roma. Vasari le dedicó en sus Vidas un capítulo («Sebastiano Veneziano, pintor») que está repleto de noticias sobre sus aficiones y trabajos, y contiene, además, sustanciosos comentarios que nos ayudan a perfilar su carácter. Entre los datos que nos ha transmitido Vasari llaman la atención los que se refieren al espíritu inquieto del pintor, que le llevó a experimentar con soportes poco tradicionales para el óleo y sobre los que aplicó novedosas técnicas. También refiere Vasari los esfuerzos ímprobos de Sebastiano en la realización de los trabajos que se le encomendaban, ya que carecía, por naturaleza, del don de la facilidad que otros artistas, como Rafael, poseían por nacimiento. Sin embargo, tuvo una gran habilidad para el retrato. Vasari alabó sus «vivísimas» efigies en repetidas ocasiones y consideró esta disposición suya como una de sus facultades más sobresalientes. Refiriéndose al retrato de Anton Francesco degli Albizzi, elogió su «finura y belleza», afirmando que estas cualidades hacían que Sebastiano fuera «superior a todos los demás» pintores en el género.
Esta soberbia tabla que retrata al embajador Carondelet y dos secretarios muestra a la perfección las aptitudes que ensalzó Vasari en el Piombo. Atribuida durante mucho tiempo a Rafael, fue catalogada correctamente en 1894 por Costanza Jocelyn Ffoulkes. Adquirida para la colección Thyssen-Bornemisza en 1934, había formado parte anteriormente de otras colecciones, entre las que hay que citar la de la familia Carondelet, la del duque de Grafton y la de los condes de Arundel, últimos propietarios del cuadro antes de que éste entrara a formar parte del conjunto de Villa Favorita. A propósito de la concepción de este retrato, Manuela Mena ha llamado la atención sobre la procedencia nórdica del retratado, un hecho que pudo influir en la forma en que Sebastiano interpretó la obra, ya que, al mostrar a Carondelet en pleno trabajo sobre la mesa, no se ajusta totalmente a los cánones italianos establecidos para representar a estos ilustres modelos. Por lo demás, Sebastiano utiliza en su representación claros elementos venecianos, como el encuadre de medio cuerpo adoptado para las figuras situadas en el pórtico, que se abre a un luminoso paisaje a nuestra derecha. Junto a estas notas de estirpe veneciana se hallan otras típicamente romanas, como la estructura monumental con la que Sebastiano construye el personaje y su entorno.
La inscripción que aparece en la carta que sostiene Carondelet sirvió para su identificación. Ferry Carondelet nació en Malinas en 1473, estudió en Dole e inició después una brillante carrera como religioso y diplomático. En 1504 fue nombrado archidiácono de Besançon; en 1508 se convirtió en consejero eclesiástico de Margarita de Austria; y en 1510 ejerció en Italia como legado del emperador Maximiliano I ante el papa Julio II. En 1511 está documentado en Roma, donde permaneció hasta 1513, fecha en la que retornó a Flandes. Este magnífico retrato se data precisamente durante su estancia en Roma. Fruto de su paso por la ciudad papal fue también otro retrato, ejecutado por Fra Bartolommeo y Mariotto Albertinelli, hoy conservado en Besançon y en el que aparece como donante.
Mar Borobia