El pintor norteamericano Andrew Wyeth, miembro de una familia de artistas, sufrió durante su infancia de una frágil salud. Por este motivo, su padre, famoso ilustrador, fue su principal maestro y le introdujo en el mundo del dibujo. En 1933 conoció las acuarelas de Winslow Homer y la fuerte impresión que le causaron hizo que Wyeth emulase al viejo maestro, y que este mismo medio se convirtiese en su preferido durante sus primeros años de dedicación a la pintura.

Su obra se vio por primera vez en la exposición The Wyeth Family, organizada por la Art Alliance de Filadelfia en 1936, y un año más tarde se celebró su primera muestra individual. El éxito fue tal, que todas las obras expuestas se vendieron durante el primer día. Firmemente decidido a dedicarse a la pintura, en 1943 rechazó un contrato del The Saturday Evening Post para realizar sus portadas, algo que había hecho su padre anteriormente.

Wyeth llevó una vida tranquila, viajó poco y pasó la mayor parte del tiempo entre los estados de Maine y Pennsylvania. Su estilo pictórico apenas varió a lo largo de su carrera. Su gusto por plasmar lo inmediato le llevó a que su factura fuese rápida en ocasiones, a lo que se contraponía su deseo de captar hasta los detalles más mínimos. Su gama cromática se caracterizó por su tendencia a la austeridad, predominando los colores de la tierra. Durante la década de 1940 incorporó la técnica del temple al huevo, que aprendió de su cuñado, el también pintor Peter Hurd, y gracias a la que logró crear unas superficies muy mates.

La temática también inmutable se relaciona con la de los pintores de la American Scene, interesados por representar la esencia de lo norteamericano. A los paisajes de Maine se unió su gusto por representar la figura humana. Dentro de su carrera destacó el papel ocupado por dos modelos femeninos a las que dedicó un gran número de obras: Christina Olson, a la que retrató hasta 1969, fecha de su muerte, y que fue protagonista de la obra que catapultó a Wyeth a la fama: Christina’s World, de 1948 (Nueva York, The Museum of Modern Art), y Helga Tesford, una vecina a la que retrató a escondidas entre 1971 y 1985.

Andrew Wyeth gozó de una gran popularidad en los Estados Unidos: fue el primer artista vivo al que el Metropolitan Museum of Art, de Nueva York, organizó una exposición retrospectiva en el 1976. Sin embargo, este gusto del público no se vio acompañado por el beneplácito de la crítica, que no valoró con unanimidad su obra.

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