François de Nomé continúa todavía hoy vinculado al nombre de Monsù Desiderio; designación con la que tradicionalmente se han asociado las obras de dos artistas diferentes: François de Nomé y Didier Barra. Ambos pintores, cuyas personalidades han sido recientemente separadas e identificadas, eran oriundos de Metz y estuvieron activos en Nápoles durante la primera mitad del siglo XVII, llegando incluso a trabajar en colaboración.

François de Nomé se trasladó a Roma cuando tenía más o menos once años. Allí se formó con el Maestro Baldassarre, quien probablemente fuera el pintor flamenco de paisajes Balthazar Lauwers, conocido también como Lauri. Además de la huella de los trabajos del propio Lauwers y de Paul Bril, se aprecian en la obra de François de Nomé influjos de la pintura de arquitecturas extravagantes de Hans Vredeman de Vries y de las escenas teatrales de Jacques Callot y Giulio Parigi.

A partir de 1610, De Nomé está documentado en Nápoles, ciudad en la que permaneció hasta el final de su vida. A finales de la década de 1610 su obra ya había adquirido cierta reputación, recibiendo hacia 1618 su primer gran encargo documentado: un ciclo de doce pinturas con el tema Historias de la vida del Faraón, hoy en paradero desconocido. La producción de François de Nomé se caracteriza por el pequeño formato, hacia el que tiene preferencia, y por una aplicación muy pastosa del color. Su cronología no es fácil de fijar, ya que tan sólo unas pocas piezas de su producción están datadas, siendo la lectura de estos dígitos de difícil interpretación. En las pinturas que le han sido atribuidas predominan dos temas: por un lado, vistas en perspectiva de calles e iglesias y, por otro, ruinas y arquitecturas fantásticas profusamente decoradas, que sirven de fondo a pequeñas escenas bíblicas. Las figuras que pueblan sus vistas fueron a menudo fruto de la colaboración con otros artistas, entre los que destacan Belisario Corenzio y Jacob van Swanenburgh.

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