Edvard Munch trató de reflejar desde fecha muy temprana en su obra la ansiedad y soledad del hombre contemporáneo. Atardecer se encuadra dentro de estas preocupaciones -es considerada la primera representación de la melancolía en la obra del artista noruego-, a la vez que anticipa sus futuras y más características composiciones simbolistas.

El pintor contó con su hermana Laura como modelo en numerosas ocasiones. En este caso aparece sentada de perfil, junto a la casa del fiordo noruego en la que pasaron el verano de 1888. Su figura ocupa el primer plano, si bien se relega y recorta en la margen izquierda. Laura dirige su mirada hacia el fiordo que penetra por la derecha, ajena a los dos campesinos que recogen una barca en segundo plano. En la composición inicial aparecían otras dos figuras que fueron posteriormente eliminadas, lo que acentúa la soledad del personaje principal.

CM

A finales de la década de 1880 la pintura del joven Edvard Munch atravesaba un periodo de transformación desde el naturalismo, deudor a veces de la pintura de Bastien-Lepage, y el realismo social de su primera etapa, hacia una mayor influencia del impresionismo francés al que el artista añadiría una componente simbolista y expresionista. Durante el verano de 1888 viajó junto a su amigo el pintor Karl Dørnberger a la pequeña localidad noruega de Vrengen, donde el artista realizó este retrato de su hermana Laura.Con actitud ausente y protegida por un sombrero de paja, la melancólica joven, en los prolegómenos de su futura esquizofrenia, está sentada de perfil en primer término, a la izquierda de la composición, junto a una casa cercana a la orilla en donde se divisan dos figuras en la distancia.

La disposición de Laura, en primer término, descentrada y aislada del fondo del paisaje, inaugura un tipo de recurso que Munch utilizará habitualmente en el futuro para enfatizar la tensión emocional, una tensión que aquí se acrecienta todavía más con la luz de atardecer. La forma ondulada de la costa, característica del fiordo de Kristiania (hoy Oslo), también anticipa las composiciones posteriores, como el retrato de su otra hermana Inger en la costa, pintado durante el verano de 1889 en Åsgårdstrand. En ambos retratos Munch concede la misma importancia a las figuras y al paisaje según un esquema compositivo que caracterizará gran parte de su obra. Ahora bien, como puede apreciarse en las radiografías de Atardecer, en un principio Laura no se encontraba sola. Junto a ella Munch había colocado otras dos personas en la composición: una mujer en el centro y otro personaje subiendo por las escaleras de la casa. Al eliminarlas, Munch no sólo acrecentó la soledad de Laura sino que también logró incrementar el dramatismo que respira la escena. Aunque de factura más claramente impresionista, Hermanas en el jardín guarda una relación directa con la composición inicial de la pintura del Museo Thyssen-Bornemisza, ya que, detrás de Laura, aparece una figura femenina de pie, ataviada con el mismo vestido y el mismo sombrero.

Cuando se expuso por primera vez en 1888 en la Høstutstilling (Exposición de Otoño) de Kristiania, con el título de Aften (Atardecer), el periódico noruego Aftenposten le dedicaba las siguientes palabras: «Toda la composición es tan increíblemente pobre en todos los aspectos que resulta casi cómica».

Paloma Alarcó

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