El homenaje musical a Matisse, 1917-1941, en el día de la clausura de la exposición, ofreció un mosaico de piezas correlativo al de la riqueza de asuntos y fuentes emocionales de la pintura del artista francés. La riqueza de registros musicales fue una respuesta a la voluptuosidad de una paleta, a la unidad múltiple de la obra del pintor, a sus temas y variaciones

El recital recogió a través de canciones de Karol Szymanowski y Maurice Ravel, una corriente de gusto orientalista que también llenó el taller de Matisse. Viven asimismo en su pintura el aire español, evocado en la melodía de Shostakovich que sonará; las voces de Baudelaire, Mallarmé o Aragon, cuyos poemas contó Sylvie Robert; el sempiterno arabesco, visual en Matisse, sonoro en Debussy y en el piano de Dimitri Vassilakis, y la rebelión de una creatividad a contracorriente, como la que en el campo de la música practicó Poulenc.