John Peto vivió eclipsado por el éxito de William H. Harnett, a quien se atribuyeron muchas de sus propias obras. Conoció a éste último durante su formación en Filadelfia, tras lo cual pasó la mayor parte de su vida entre Toms River y Island Heights. Su actividad y reconocimiento se concentró en estas dos localidades, donde, como indicaba uno de los obituarios publicados con motivo de su muerte, sus obras colgaban en las paredes de casi todos los hogares y clubes.

Libros, jarra, pipa y violín es una composición temprana, inspirada directamente en las del popular Harnett. Peto introduce en esta naturaleza muerta un violín, que hace referencia a su pasión por la música, así como libros que formaban parte de su biblioteca personal. La superficie desgastada y rasgada de la cubierta que cae al borde de la mesa anuncia el paso del tiempo y el uso de dichos objetos.

CM

Libros, jarra, pipa y violín es una de las pinturas que John Frederick Peto logró vender a uno de los escasos coleccionistas de su obra, James Bryant, su vecino de Island Heights, que luego pasaron a su hija, casada con Howard Keyser Jr. y, de ellos, a su hijo James Keyser. Se trata de una de las primeras obras en las que se puede apreciar la huella que dejaron en Peto las naturalezas muertas de William Harnett. Aunque hoy en día está muy claro que entre ellos solamente existieron semejanzas iconográficas y que estilísticamente su forma de pintar era bien diferente, hasta que en 1949 un artículo de Alfred Frankenstein sacó la obra de Peto del olvido, muchas de sus pinturas habían sido atribuidas al propio Harnett.

Los violines, las jarras o los libros que aparecen en esta composición son motivos muy comunes en este género, pero en la pintura de Peto cada uno de ellos adquiere una especial significación, ya que en sus composiciones los objetos representados en trompe l’oeil siempre esconden una cierta nostalgia. Así, su amor a la música queda reflejado en su fascinación por el violín, instrumento que tocaba desde su niñez y uno de los objetos de su entorno favoritos del pintor. Sin embargo, tal y como señala John Wilmerding, la jarra de cerveza y las pipas no eran objetos personales del pintor, y su inclusión en el cuadro responde más bien a un guiño de ironía hacia la pequeña ciudad metodista de Island Heights, donde Peto vivió los últimos dieciocho años de su vida y donde no estaba bien visto ni fumar ni beber. Por otra parte, los colores oscuros y el hermetismo de la composición reflejan el aislamiento de su retiro voluntario, pero también nos ofrecen una fiel imagen de Norteamérica en la segunda mitad del siglo XIX.

Paloma Alarcó
 

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