William Michael Harnett alcanzó gran popularidad con un tipo de naturaleza muerta en la que utiliza el recurso del trampantojo. Esta tendencia, que actualizaba la vanitas tradicional a través de objetos modernos, tuvo gran repercusión entre los pintores americanos, entre los que surgieron grandes maestros del trompe l´oeil a principios del siglo XIX. Algunas de las composiciones de Harnett alcanzaron tal éxito que fueron imitadas por muchos de sus seguidores.

En Objetos para un rato de ocio observamos los rastros de la reciente presencia humana: la pipa humeante al borde de la mesa, las cerillas consumidas, la galleta a medio comer y sus migas… La fugacidad del tiempo se manifiesta también a través del periódico doblado en segundo plano, del que podemos leer la fecha de publicación. Todos estos objetos, aparentemente organizados de forma descuidada, guardan una armonía y estudiado equilibrio.

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Poco antes de pintar Objetos para un rato de ocio, William Harnett ya había alcanzado el dominio de la compleja y meticulosa técnica del trompe l’oeil, que utilizará habitualmente a partir de entonces. Esta técnica ganó una significativa popularidad en Norteamérica a finales del siglo XIX como resultado de las preocupaciones morales propias del fin de siglo, que insistían en la fugacidad de la vida y ponían en duda la riqueza material.

Tomando como punto de partida la tradición de la pintura holandesa, los bodegones de los pintores alemanes del siglo XVII y la obra de los bostonianos Raphaelle Peale y John F. Francis, los más distinguidos bodegonistas de una generación anterior a la suya, el artista creó un mundo moderno de ilusionismo. Sus originales naturalezas muertas, en las que se establece un insólito juego entre fantasía y realidad, le han hecho destacar como el maestro indiscutible del trampantojo. Mientras que históricamente las vanitas incorporaban calaveras o relojes de arena como elementos simbólicos de la transitoriedad de la existencia, en la pintura de Harnett las alusiones a la muerte se evidencian a través de cerillas apagadas, pipas humeantes o periódicos atrasados, siempre colocados en una composición inestable y desordenada. Como afirma John Wilmerding, las ideas transmitidas por el pintor Thomas Eakins, su fuerte convicción de la relación entre la integridad moral y la solidez natural de la tridimensionalidad, pudieron influir en la obra pictórica de Harnett.

Los elementos que aparecen en la naturaleza muerta de la colección Thyssen-Bornemisza, las pipas humeantes, jarras y periódicos doblados colocados sobre una mesa, fueron los más empleados por Harnett a lo largo de su trayectoria artística. En esta pintura, como en tantas otras, el artista busca el adecuado equilibrio entre las veladas alusiones a una presencia humana, como el humo que desprende la pipa, y la inescrutable soledad de la existencia de las cosas. Al mismo tiempo, la variedad de objetos manufacturados sugiere su interés en mostrar su habilidad para dar verosimilitud a las diferentes texturas y superficies valiéndose de una técnica de una meticulosidad asombrosa que hace que las pinceladas sean prácticamente invisibles. En palabras de Kathleen Pyne, el manejo preciosista que hace Harnett del pincel y su dominio de las luces y sombras confiere a los objetos presentes en esta obra «una palpabilidad mágica».

Paloma Alarcó
 

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