Nació en Belluno y a la edad de catorce años se trasladó a Venecia, donde fue discípulo de Federico Cervelli. Habiéndose marchado a Bolonia por motivos personales, entró en el taller de Giovanni Gioseffo dal Sole y colaboró con Carlo Cignani. En sus primeras obras destaca la influencia de los tenebristas y el uso del claroscuro. Más tarde viajó a Parma, donde trabajó para Ranuccio II, duque de Parma. Asimismo, realizó para este duque la decoración del Palazzo Farnese, en Piacenza. Gracias a este mecenas, se trasladó a Roma para completar su formación. Allí conoció la obra de Annibale Carracci y Pietro da Cortona, que ejercieron una poderosa influencia en su pintura, junto con Veronés, Magnasco y Luca Giordano. Para la familia Colonna, pintó en su palacio La gloria de Marcantonio Colonna. Viajero infatigable, también visitó Milán y Padua. En 1702 se trasladó a Viena para trabajar en la decoración del palacio de Schönbrunn. Por esa época, su estilo se vuelve más elegante y delicado. También trabajó en Florencia, en el Palazzo Marucelli-Fenzi, donde su pintura acusó la influencia del rococó.

Al regresar a Venecia, colaboró durante varios años con su sobrino Marco Ricci. En 1712 ambos fueron llamados a Inglaterra por lord Burlington. Allí trabajó también para el duque de Portland, realizando una serie de escenas del Nuevo Testamento; algunos bocetos al óleo de esta obra se encuentran repartidos entre la National Gallery de Washington y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. De regreso a Italia, visitó París, donde fue admitido en la Académie Royale de Peinture. Fue entonces cuando conoció a Jean Watteau y a otros jóvenes artistas franceses. Posteriormente regresó a Venecia y continuó trabajando para distintos clientes, entre los que se encontraba la casa de Saboya, para la que realizó La expulsión de Agar, hoy en la Galleria Sabauda de Turín. Murió en Venecia en 1734.

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