Miembro de una familia de artistas, Claude-Joseph Vernet recibió sus primeras lecciones en Aviñón, primero de su padre, Antoine Vernet, y luego de Philippe Sauvan, pintor de historia. Tras este aprendizaje inicial Vernet comenzó a trabajar en Aix-en-Provence con el pintor de paisajes y marinas Jacques Viali. Su primer trabajo como pintor independiente fueron unas pinturas decorativas que realizó, en 1731, para el hotel del marqués de Simiani, en Aix-en-Provence, de las cuales dos de ellas se conservan in situ.

En 1734, gracias a la protección del marqués de Caumont, Vernet viajó a Roma para completar su formación artística. Allí, enseguida, se integró en la comunidad de artistas franceses residentes en la ciudad y entre los miembros de la Academia de Francia. Hacia 1738, Vernet era ya un conocido pintor de paisajes y de marinas, que recibía encargos de importantes clientes, de distintas nacionalidades, como el duque de Saint-Aignan, embajador de Francia en Roma o Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V de España. Gran parte de su clientela estaba también formada por británicos que realizaban el Gran Tour. Desde 1746, año de su admisión en la Academie Royale, Vernet expuso regularmente en el Salon, donde sus obras fueron muy bien acogidas por la crítica.

Poco después de su regreso a Francia, en 1753, Vernet comenzó a trabajar por encargo del rey Luis XV en una serie de quince grandes vistas topográficas de puertos, conocida como Puertos de Francia, conservadas en París, el Musée du Louvre, y en el Musée National de la Marine. Este ambicioso proyecto, que le ocupó más de diez años, le obligó a viajar por todo el país, hasta que en 1765 lo abandonó, dejando la serie incompleta. Durante el resto de su carrera Vernet continuó trabajando en sus temas preferidos: paisajes italianizantes, puertos y tormentas marinas.

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