Afincado en Marly-le-Roi desde 1874 hasta 1877, Sisley dedicó a las inundaciones del Sena en marzo de 1876 un conjunto de siete obras. Las más conocidas de la serie representan el momento álgido de la crecida, con un sentido de serenidad y equilibrio más propio de una laguna que de las violentas aguas del Sena. En la obra de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, el sol vuelve a brillar en el cielo y las aguas retroceden a su cauce. Ello permite a Sisley situar el caballete en el centro de la calle y retomar la perspectiva central común a muchas de sus obras, y arraigada en la tradición clásica del paisaje francés. Pero, además, al situar el horizonte muy bajo, Sisley consigue dar al movimiento de las nubes un gran protagonismo. Como ocurre en la pintura de Constable, en Sisley el celaje se convierte en verdadero actor del paisaje, cuyo reflejo sobre el pavimento dinamiza al tiempo que unifica la composición.

JAL

El cuadro muestra la rue de París de Port-Marly. A la derecha, más allá de una doble hilera de árboles, vemos el Sena. Bajo un cielo cambiante, lleno de nubes rasgadas por el viento, el agua, empieza a desbordarse inundando la acera y la calle.

En el mes de diciembre de 1872 Sisley había ejecutado cuatro cuadros que mostraban inundaciones en Port-Marly. En 1876 hubo otra inundación y Sisley realizó siete cuadros para dejar constancia de sus distintas etapas, desde la primera crecida del río hasta el regreso de las aguas al cauce.

En algunos de los cuadros de 1872, al igual que en los de 1876, el pintor eligió una visión frontal, eludiendo el efecto de la perspectiva, al tiempo que organizó la composición siguiendo una geometría estricta, un poco al modo en que lo iba a hacer Georges Seurat en la década siguiente. La obra que nos ocupa, sin embargo parece estar organizada de acuerdo con la perspectiva tradicional. A pesar de ello, más que darnos la impresión de estabilidad que cabría esperar de ese retorno a la tradición, la composición es inestable, como si el punto de fuga constituyese una especie de vórtice que hace girar toda la escena. Este efecto es debido, en parte, a la utilización atípica que hace Sisley de las reglas de la perspectiva. Obsérvense, por ejemplo, las fachadas situadas a la izquierda, en primer término. Su inclusión en la escena representada parece incompatible con el punto de vista que el resto del cuadro supone en el espectador. También contribuye al efecto de inestabilidad la sorprendente espontaneidad de las pinceladas, así como una particular sensibilidad para el color que permite al artista emplear una combinación de azules y negro que muy pocos impresionistas se atreverían a incluir en sus lienzos.

En septiembre de 1876, poco después de que Sisley hubiese completado su serie de representaciones de la inundación de Port-Marly, Stéphane Mallarmé publicó un artículo sobre los impresionistas en la revista londinense The Art Monthly Review. Refiriéndose a Sisley, Mallarmé escribió: «Capta los instantes fugaces de luz. Observa una nube pasajera y parece pintarla en su huida. El aire vivo atraviesa el lienzo y el follaje se agita y tiembla». Si olvidamos por un momento que la vegetación pintada en este cuadro son ramas todavía des-provistas de hojas de los árboles en el mes de febrero, estas líneas podrían leerse como una evocación precisa de la pintura que contemplamos.

Tomàs Llorens
 

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