1 de mayo: museo cerrado.

Idea original de Blanca Ugarte. Adaptación de Teresa de la Vega


La alimentación no es sólo fuente de sustento, sino también vehículo de culto, manifestación de riqueza, ritual social y placer convival que pone en juego a la totalidad de los sentidos y nutre el espíritu. Un conocido dicho sostiene que «comemos más por los ojos que por la boca» pues el arte culinario, que es creatividad y color a semejanza de la pintura, atrae a la vista. Como en un laboratorio de alquimia, entre redomas, tarros, pinceles y espátulas, el cocinero y el artista han transformado sus materias primas —azafrán, bayas, aceite de nuez o de linaza, caseína, cola de pescado, vinagre y yema de huevo— en una creación que, en virtud de la oposición entre lo crudo y lo cocido, marca el tránsito de la naturaleza a la cultura.

Con este recorrido gastronómico, la colección Thyssen-Bornemisza espera satisfacer el apetito del visitante, ofreciéndole un estímulo para el paladar y un festín para la mirada.

Obras del recorrido